YA NO TENDRÉ MIEDO
La lluvia siempre levantó las cejas
de la población dormida.
Deja alguna puerta entreabierta
de música lejana
mientras caen de sus literas.
La araña duerme en la corteza de los pinos
si el crepúsculo reposa
en la jaula de las fieras.
El viento tiembla,
hace su recuento de nubes ensangrentadas,
y abandona la pista de baile;
reclama a la lluvia que dirija la orquesta.
En los lagos que acumulan nostalgias
limpian nuevas heridas donde chocan huesos.
Recolectan imanes que aprietan
en el centro de sus ejes.
Uno de sus soles,
el que lleva su diario a cuestas,
se distanció de su sistema
pues allí se destruyen mensajes no enviados a tiempo,
pasan a ser pasión difusa o dilatada espera,
como esa estación de tren que queda ya tan lejana…
Las palabras se hicieron bosque acurrucado,
y a los puertos les quitaron sus marineros.
Quiero salir corriendo de esta página sonora,
Porque la lluvia ha hidratado mucho mis tinteros,
cerraduras ya caducadas quieren abrir algunas puertas,
y yo, no caeré en esa trampa.
Mis ojos quieren ver agua clara,
porque un día partí por la madriguera del conejo blanco
encontrando un nuevo destino.
Ya no tendré miedo,
me adentro en estos nuevos caminos.
Mariví Ávila
SIGUIENDO MI DESTINO
Incertezas danzan a mí alrededor,
Fuegos fugitivos que marcan el paso.
Los oráculos del ayer, los que marcaban el destino,
Fueron derrocados,
Sucumbieron al comenzar la tarde,
Llena de candores, de rayos de luz afilados,
De brisa cálida, de mares desconocidos
Ensanchados por naves y viajeros,
Por pensamientos y travesías,
Mares de horizontes lejanos, extensos,
Inaprensibles.
En las profundidades, de acantilados y abismos,
Habitación de creaturas aún por descubrir,
Espantosas, alegres,
Acariciadas por diminutos reflejos,
Pequeños espejos, fisuras por donde se cuela la luz,
Existen, pero nadie las ha visto,
Son espectros confundidos con el oleaje,
De imaginación que vuela desatada
Siendo brújula, siendo mapa,
Arpía rechazada en los confines del mundo.
En la tierra, el árbol del destino crece desmesurado,
Alentado por cada tropiezo,
Por cada herida de hacha,
Vivo por cada hoja, verde y seca,
Azotado por cantos y tormentas y el viento,
El viento es flecha envenenada que poco a poco surte efecto,
Algún día, al final del tiempo, me dormirá por completo.
Mi mortaja, se adorna, de mañanas lucidas,
De tardes de locura,
De noches de insomnio con puertas abiertas y cerradas,
Diástole y sístole,
Rugir de sangre, sangre rebelde,
Que empujó los engranajes del mundo,
Que vibró para otros sin que lo supiera,
Que gritó, en el centro del reino del silencio,
Sangre atrevida, que hirió de muerte a la oscuridad.
LïzRA
DESVARIANDO LOS SENTIDOS
Sobra cimas extendida
la tierna luz palpitante
tierna y frenética aspiración vacilante.
Hombres entre hombres
mujeres entre mujeres
asomados
asomándose al puerto de la luz,
pálida luz pasando,
peligrosa y enceguecedora luz,
madre, muerte, sueño de los sueños,
delirio con los ojos abiertos
delirio de un orquesta celestial
tierna y frenética aspiración vacilante
que, delante de nuestras casas, pasa.
¿Dónde están los dioses
tocando en la lejanía,
triste lejanía prometedora
tocando sus liras?
Tocad
padres nuestros, entre el sol y el cielo,
tocad los tambores, liras y el arpa
haced resonar los himnos inequívocos,
la llamada de los héroes
la eterna música
virgen, que nunca viene
sin llevarse una vida.
Hija prometida, amante que enloquece
a los bellos muchachos.
Bella y conturbadora luz,
me tocaste con tu fina risa de mil violines,
hiciste sonar a mi cuerpo.
Tú, extraviada hija rebelde
¿A dónde me has llevado?
Reconoce tu pecado,
robaste al cielo sus más bellos colores
y me tienes aquí
desvariando los sentidos,
errando perdida,
escribiendo mi vida
sobre toneladas de viento.
Laura Maria Trat
ESTA LOCOMOTORA
Los chopos corren por la ventanilla
de mi adolescencia,
hacia un agujero sideral,
por túneles alternativos.
Ser uno menos
también es importante,
esas vías las puso mi abuelo,
mientras yo le cambiaba las agujas,
en el desván del recuerdo.
Llegó al manicomio de Oña,
una mañana otoñal,
lugar amurallado de trenes,
en la quietud de los locos.
Le quitaron el bocado de las riendas,
que sabía a hierro de raíles,
lo ataron al radiador
de herraduras de hielo.
Destino de los corderos
en el páramo donde los lobos
cuidan cachorros humanos,
con calostros de tinta
y caligrafía aullando a la libertad.
Indicios de trenes salvadores,
calculando la distancia,
con la oreja en las vías,
se pueden coger en marcha.
Estación de primavera,
tengo maleta de libros,
acumulo itinerarios,
parada en el salto de carnero
que avisa de tu llegada.
También los peligros
me tienen miedo,
panorámicas miopes,
otra vez mañana,
en la estación de los trenes perdidos.
Mónica Herrero
ME LO CREO
Tender tu mano en mi mano,
escribir esa pequeña tristeza nocturna
de humanidad herida.
Como no estar triste ante el diluvio de bombas.
Ante tantos caídos, tanta ignorancia adormecida,
ante empecinados enanos que envilecen
y envenenan las entrañas del mundo.
Cierta noche, para tus ojos escribí,
en albahaca y hierbabuena,
cuando escuché el aleteo de la tristeza,
escribí aquello en lo que ahora creo.
Ante el temblor del alma
ante la añoranza, turbia niebla,
escribí estos pequeños versos,
que contra todo
y a pesar de todo,
abrigan de la helada intemperie.
Ana Barletta
DANDO UN PASO
Dando pasos, garabateando nimiedades.
Crepitando cual aleteos de pichón enamorado.
Refulgiendo en reflejos momentáneos.
Mascullando monótonas letanías antiguas.
Levitando, flotando, elevándome.
Nada de alforjas, nada de bolsillos.
Rebanándome en reciprocidades.
Brotando con las yemas de cualquier encina.
Aprendiendo a andar, dejando el gateo.
Apenas en equilibrio queriendo correr.
Contoneandome en remolinos de hojarasca.
Buscando una danza que mueva mi cuerpo.
Desanudando antiguas lazadas.
Arrastrándome en la corriente… pero bien amarrada.
Henar Hidalgo