El corazón del mundo en nuestra boca
…A Moisés, en nuestro undécimo aniversario de boda
Quiero despertar mañana otra vez junto a ti.
Quiero sentir tus latidos, con los míos latiendo
a un mismo tiempo de compás.
Quiero sentir el sol en mi cara y ver,
con sus rayos reflejados en tus ojos,
la luz más brillante, aún si cabe, en nuestra alcoba.
¡Que el corazón del mundo se detenga
para no sentir mi prisa cotidiana!
y dedicar mi tiempo solo a ti,
a tus abrazos,
y a tu límpida voz que acaricia mis sentidos.
Quiero otros once años de tu sonrisa
que embelesa.
Te quiero a ti por siempre;
poniendo a nuestros pies
el corazón del mundo en nuestra boca.
Dolores Granados
Altos silencios
Altos silencios
susurros desesperados
evocan la soledad
de mi destierro voluntario.
Camino en las sombras de un destino infinito
minado por fantasmas del pasado
vuelven sus rostros
una y otra y otra vez.
Mi sueño se convierte en bruma
lejanías
insomnios
el sol tocará mi rostro en la mañana.
Tortuosos silencios
trémulas melancolías
murmuraciones disonantes
queman con alevosía la cúspide de la montaña.
Voluptuosidad que emana
fétido perfume
camino
descalza en el desierto.
Corazón latente
lluvia
sobre el acantilado
cayendo al vacío
condena inagotable es su perfume.
Noches desiertas
canciones que inventan mi cansancio
me empujan al abismo
piedad.
Impiedad que me corroe los huesos
desgarra mis carnes
mutilando mi corazón en un tic tac.
Desnudo la oscuridad
en un abrazo
fragancia infinita
notable densidad
acaricia mis mañanas.
Jeil Parra
El viento tiene los pies desnudos
Cómo rastrean mis zapatos
la huella del ruiseñor
donde el camino abandonado
hace larga la noche y amenaza
con poner velos a frases extraviadas,
porque un agujero negro
fue descubierto mientras dormía.
A punto estuvo de tragarse
la luz de mis versos
que galopaban libres por la galaxia.
Me entretuve calzando al inocente
en su horizonte de sucesos
pintando el color de sus mejillas,
a velocidades ultrasónicas
antes de que su mirada, decadente,
cubriera la sombra de mi olvido.
Su paracaídas de alegría resonaba
tan fuerte que hasta el sufijo del amor
se prendía de sus bordes de abedul,
pájaro o nube, para no descender pesadamente
en el lago melancólico de las noticias.
Intervinieron las enanas blancas
con su discurso en las cocinas yermas
apagando el calor de la batalla
pues no había gas que mantuviera
sus cuerpos celestes
en incandescencia de ortiga.
Las alfombras quedaron intactas
para los guardianes de dromedarios
mientras un agujero en la media
iluminaba el quasar de la provocación
ante la inminente verbena de Saturno.
Mientras tanto,
Desde el otro lado del sistema,
donde el viento tiene los pies desnudos,
colgaban albarcas abandonadas.
Mariví Avila
El corazón del mundo es nuestra boca
el latido
la palabra
vital ebullición de alquimias ancestrales
asombro, acertijo y acierto,
fórmula e hipotenusa de la materia,
la matrix del espacio – tiempo
la fibonacci de la historia
la risa y el llanto.
la entrada y salida del imperativo
la compasión y la alegría.
El rojo carmesí de las pasiones
Y el brillo del amor
Jazzcinthya Irais Chaparro Medina
El gabán de un ser se va pudriendo
como las flores se van marchitando
cuando el río se va secando
o
la vela apagando.
Suspiro y anhelo
la anunciación del último crujido
la despedida,
al final, aire fresco.
Jazzcinthya Irais Chaparro Medina
El viento tiene los pies descalzos
El viento tiene los pies descalzos
y la libertad se viste de luto
almas que nacen encadenadas
que no podrán ser, les han prohibido hacer.
Oh señor de los cielos
Eres tu o son ellos.
Cuánto temor Señor
cuánto orgullo les carcome El amor.
Al viento, como viven las águilas
al viento mi agonía
ni Dios soy yo
ni pecado es un Giro en la mirada.
Adiós hermanos míos
adiós pedazos de mi vida
me voy al llamado de la vida
a otros lazos me llama mi creador.
Con mis alas al viento
con mi patria nueva
a mi guerra y mi Paz
para otros avanza el deseo.
Arelis Juárez
¡El corazón del mundo en nuestra boca!
Bestia parda
que despiertas al sol del imperio majestuoso.
Rodeada de gélido pesar
por haber estado dormida
a la sombra del hermano menor.
Gritos despavoridos,
con ideas tribulantes,
subyacen de cualquier modo
los manteles cuadriculados de mamá.
Así, sin pensarlo,
las cajas de música suenan, sordas,
y las bailarinas dan vueltas sin un punto fijo donde mirar.
Cae la noche y detrás de los telones, están ellos.
Los cisnes negros que reorientan su plumaje
al punto cardinal más lejano del planisferio,
buscando otras bocas que acallar.
Porque cuando las noticias vuelan,
miles de palomas mensajeras mueren de un infarto.
Porque en el lado oscuro de la luna,
viven seres irreales que suscitan murmuraciones
y que, sin más, crecen a la par que el miedo.
No tiene fin la locura,
no tiene límites donde ponerle la alambrada.
Los terraplanistas no conocen el precipicio;
sin embargo, arguyen que es posible
conquistar el horizonte.
Late en mis manos el dolor ajeno,
siento el combate interno de las llamas,
cuando los bosques arden.
Porque es el ardor más intenso,
el de las pulsiones vergonzantes
que nos dejan parados en el medio de la nada,
en una nada funesta y refulgente.
Un reflejo perfecto de cada una de las falanges que asfixian.
Carnicería humanamente exuberante
donde se disecciona la bondad sin miramientos,
donde se entremete el temor sin tapujos.
Dejarse llevar por el ocaso,
aprender de los errores,
esperar a la mañana así sentada
con una lágrima -cobarde- que derrite cualquier sueño.
Porque eso que palpita,
eso que nos mueve
es la sangre a borbotones del corazón del mundo,
que late en nuestra boca.
Mariana García Guschmer
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