Como un placer que nunca llega al colmo
El palacio del placer no tiene su lumbre desnuda.
Ahí está, esperando siglos en su lago extraviado
rozando acaso un corazón púrpura,
cuando los claveles de su cuerpo sin labios
curvaron el nombre de los santos panes,
y fueron vestidos de exceso sindical,
disfrazando a la caricia de espina presurosa.
Se deslizaba por el cosmos
como susurro de luna secuestrada
en su cáliz de amor,
esperando música o castigo.
Su cuerpo abierto a una vaga geometría
o a la contracción del arpa,
se deliza por el párpado
de una extraña y sedosa esfera
que nunca llega a su noche ovalada.
La organización de la escalera horizontal
con forma de acorde de barro
escapa del luto del aire
y se enfrenta a su ingle de acero
combinando su grito de futuro con la oveja.
El palacio capta la memoria de sus óvalos desnudos
tiene desenfocada la bandera del paisaje hundido
en los pétalos de la adoración o la marcha del sol
que no están en las tablas de la ley
de un labio liberado.
Creyó que existía el blanco en luz remota
y así fue su música, con dureza de diente veloz
sorteando los besos sonrientes
en el fondo de aquel baúl de ejes construídos
en la órbita de acuario.
Mariví Ávila
¿De dónde llegas, de dónde vienes?
¿De dónde llegas, agua bondadosa,
que nutres la tierra con tu canto?
Allá arriba, el verde césped te contempla lujurioso
como la espuma de una mar silvestre,
azucarado de curvas en tus brazos diamantinos
o tejido de libre subsuelo en tu bajada
hacia la estrella de un recuerdo
o ventana petrificada.
Fuiste y no llegabas a ningún puerto,
fuiste piel o aventura imaginada
desde la tristeza o el fango de Urano
hasta la enredadera de la niebla con el viento.
Esta soledad que llevas dentro
cuando cantas a un mes bisiesto,
sin su nombre a cuestas,
capturando sus gotas de lluvia
en un papel, palpita al ritmo
de un molino loco que se extingue
y es chorro dorado que culmina
en una fragua de aurora o marfil
inventando el tiempo de bogas.
De tus ubres blancas saltó un camello
y los desiertos estallando como bombas de lino
olvidaron sus orillas cuando el dolor
tiene la espalda seca
y las palomas reservan su estancia en un granero
al resguardo de un latido o almendra
para no confesar los sufrimientos.
¡Ay dolor, sal de este cauce y
vuelve a tu convento!
Mariví Ávila
Como un placer que no llega al colmo
El océano de tus palabras me atrae
Y me sumerjo en tu ola
Abrazadora de todo lo imposible.
Se derriten unas piernas de cera
El suelo asemeja un temblor
Y una luz atraviesa una herida
Herida que humaniza.
Escucho un canto, un ave aletear
Manos que me hablan
Melodía que me hace danzar
Como un placer
Que no llega no llega al colmo.
Arelis Juárez
Como un placer que nunca llega al colmo
Era esa piel,
cuerpo compañero
que a veces no acompaña.
Con certero cuchillo
Perseo segó la cabeza de Medusa
piel de reptil, sierpe, paraje umbrío.
Perseo quisiera ser,
despedir esos ojos de fuego,
esa mirada paralizante.
Castrar el placer que nunca llega al colmo.
Andar caminos nunca caminados,
con paso destemplado de mujer,
con ese hombre de mí,
ese cielo que agradece nuevas primicias.
Grácil collar de perlas, cada una, una palabra
un diamante a trabajar.
Perseo valeroso,
mata en mí a Medusa,
deja que me despida de la piedra.
Ana Barletta
Como un placer que nunca llega al colmo
Hay dunas de arena irredenta,
que dan paso a tu sonrisa.
Hay un mar que eclipsa los pasos del futuro
y detiene la respiración del viento.
Atrincherada al borde del camino,
sosteniendo lo poco que me queda,
busco la señal del tiempo que nos falta
para saltar al vacío sin limites.
Porque después de verte fulgurante,
de sentir el calor de los sueños intrépidos
y de observar la pasión que me ensordece,
poco queda por tejer
solo resta vibrar
en este espacio
que nos quema.
Mariana Garcia Guschmer
Como un placer que nunca llega al colmo
Imposibilidad nocturna
Melancolía impasible que viene del mar
Indescifrable continuidad que desde lo lejano nunca llega.
Vertiente marinera
Funge en el vacío de mi cuerpo que no se cansa de esperar.
El silencio rodea mi pecho
inundando el camino discontinuado o desconocido como un pájaro.
Dedos que se acaban desnudando o mintiendo en una noche que termina con estrellas que caen del mar.
Desierto o multitud
Ángel que no reza
que no ríe
Tibieza de manos que serenan un tapiz de flores violentas en el mar azul.
Placidez que se acaba en el viento
Obnubilación que ríe o llora como la lluvia verde en los pantanos misteriosos.
Noria incandecente, fulminando los destellos de la brillante Luna, que suspira en el profundo mar.
Jeil Parra
De entrada me llamó mucho la atencion el tema y sin darme cuenta llegué tan pronto al final.
¡Increíble! vemos como se manifiesta lo que sentimos o vemos en tan solo unos versos.
¡Lindas poesías!