LA VIDA EN CALEDONIA
Pequeño caldoche*
pobre hombre
con tu triste mirada
¿Dónde está tu mamá?
Te veo siempre en soledad
vagando vacío
como sin destino
como sin hogar.
Pobre caldoche
ven a calentar
tus penas en nuestra hoguera
bienvenidos
nos van a acompañar.
Si quieres después
te enseño a pescar.
Te he visto muchas veces
interrumpir tu vagar
y ponerte a observar.
Mis hermanas y yo
nos arrojamos al mar
desde las colinas más altas
o los brazos sagrados
de algún niaouli
fieras como nuestra madre isla
valientes como las diosas de la laguna
sacamos
con nuestras manos
sus secretos,
o animales,
de su profundidad.
Creo que te gusta,
te acuerdas de tu hogar.
¿Dónde está tu hogar?, pobre caldoche
¿Por qué has venido tan lejos?
Si aquí no haces nada más que observar
y ponerte triste
o acabar,
como alguno de tus hermanos
desaraizados como tu,
destruyendo por no comprender
aquello que no puedes comprender.
*El término caldoche se refiere a la población blanca, principalmente de origen europeo —pero puede haber experimentado un fuerte mestizaje— que se ha establecido en Nueva Caledonia durante al menos una o dos generaciones, o incluso desde que comenzó la colonización a mediados del siglo 19.
Laura Trat
LA VIDA EN CALEDONIA.
La vida en Caledonia estuvo llena de sombras palpables. Eran inestimables los instantes en aquellos ornamentos coagulados. Me recuerdo paladeando versos conspicuos atravesados por refulgencias acerinas pétreas. Nada conseguía penetrar tu adolescente burbuja; acariciando la realidad sólo con un imperceptible refilón de las yemitas de tus pueriles lacitos blancos que iban tomando matices rosa pastel. Asentías y negabas con tu precioso busto griego de piedra a ochocientos mil kilómetros de ti, alojada en cualquier mirada, en cualquier aroma, en cualquier rencor de niña mimada, en cualquier soplo cálido de aurora boreal… Perdida en un área de tránsito, ajena al enojoso equipaje. Sonrisa cándida que evoca huracanes, inadvertida bráctea que cobija misterio de flor.
¡Nunca conocí Caledonia, sólo en tu nívea mirada destilada de azahar! Luego, de pronto, volvías traspasada de ti misma y en un torpe revoloteo de mariposa regresabas a crisálida. No sabía si temblar o amar. Inesperado desenlace , vértigo ciego, diligencia sin caballos, valle ignoto de cálida espesura con manantiales de melaza. Y esa ruleta ciega que marcaba los hilos de tu capricho. Si alguna vez hubiera pisado los caminos de Caledonia, lo habría hecho besando tus pies de nácar. Siempre temí el volcán de las tundras de tus comisuras y allí hice mi hogar.
Si en algún afortunado formato de sueño regresara a Caledonia, la mirada perdida en mi fábrica de recuerdos, no desearía otra cosa más que ennegrecer los quicios de la entrada al paraíso. ¡Qué lejos quedaron aquellas manadas de ánades asaeteando el tibio cielo agrietado de graznidos! Y escalando la ingravidez de tu rostro aislado, besar esa quietud que un día tuvo el mío; y a modo de liana del tiempo, columpiarme desde tu indiferencia a la mía. Hacer de Caledonia el territorio de mis huesos. Nadie osaría a arrebatarme mi pequeño trozo de Caledonia.
Henar Hidalgo Riol
SEGUNDO TITULO:
Y ME PERMITO JUGAR
En esta noche de lluvia,
mientras la naturaleza habla fuerte
y me permito jugar a encadenar nuevas palabras,
voy a jugar a liberarme de mi misma
y a perdonarle al tiempo todo aquello que aún reclamo.
En esta noche de lluvia,
voy a serenar mi pensamiento a través del lenguaje.
¿Qué otra cosa si no,
es este espacio en blanco
que divertirme me sugiere?
Voy a permitirme extrañar tu abrazo.
Voy a gritar más fuerte que esta lluvia
que colérica brama en mi ventana.
Voy a reírme conmigo misma,
y a quererme como nunca me he querido.
Todo eso, y más, infinitamente más, hoy me regalo;
porque mañana sale de nuevo el sol
y me permito jugar.
Dolores Granados
Y ME PERMITO JUGAR
Tarde llegó pero se animó
Su cuerpo sin mediar palabra se soltó
Sentía que cada tramo de su piel despertaba del letargo
Amanecía el placer con huella infantil y transgresión adolescente
Con pasión alentaba la fantasía y desvirgaba la inocencia
Repetía en cada figura ¡Puedo jugar!
Como si de esa manera exorcizara fantasmas añejos
La osadía arriesgada aumenta su deseo
Se acoplan imágenes, sensaciones, personajes
Estrena su temida locura
y liberada de ataduras danza,
seduce, excita, ríe,
se viste de gozo y canta enamorada
II
Decidió jugar con el paisaje
Esconderse detrás de las islas doradas
Columpiarse sobre la cresta blanca de las olas
Dejarse acunar en la espuma risueña
mientras el sonido arrulla su cuerpo confiado
y la hace volar a los mil y un cielos
zambullirse entre las hojas de las palmeras
cantar en el vuelo azul de las gaviotas
y soñar en los brazos del ocaso
III
Se pregunta qué será jugar
Una vez escuchó que solo hay que dejar en libertad
las locuras imaginadas
Soltar sin mirar
Sentir sin hablar
Reír sin pensar
María Julia
POEMA DE CUMPLEAÑOS
Y ME PERMITO JUGAR
He de jugar este año, con palabras que aventan lágrimas.
En los días sin sol, querría escribir,
para que el dolor sea una frase,
para que la espina clavada en mi cuerpo
se perfume de violetas.
Ahora camino de noche,
en noches oscuras que antaño asustaban,
juego a bailar la piel de la luna.
Hasta que desborde el mar,
intentaré tener en su lugar los huesos,
haré crecer los cedros antiguos, los retorcidos olivos,
Cultivaré este verano
las margaritas infantiles,
este verano,cuando ya no necesite que me quieras.
Cuando ya no necesite que me quieras,
he de escuchar las frases más hermosas,
he de escribir un libro,con otros amores,con otras locuras.
Ana Barletta
Y ME PERMITO JUGAR
-Y me permito jugar
-Usted no juega.
-Me permito jugar.
-No conoce las reglas.
-Y voy a jugar.
-Jugará usted solo.
-Voy a jugar.
-Son míos los bolos.
-Y comienzo a jugar.
-Ya se ha equivocado.
-Comienzo a jugar.
-No le paso los dados.
-Y estoy ya jugando.
-Le falta estrategia.
-Estoy ya jugando.
-¡Que se le caen toas las piezas!
-Y dejo de jugar.
-Usted se lo pierde.
-Dejo de jugar.
-Pa otra no vuelve.
Henar Hidalgo Riol
Y ME PERMITO JUGAR
Y me permito jugar
Cediendo el paso a las palabras,
En este cuadrilátero
Donde no se la dinamica
Quizá la clave sea simple
Como dejarse llevar
Sin estropear
El ritmo de lo que nace.
Escucho una bestia rugir
Podria ser un dragon
O un monstruo marino
Y le dejo proseguir
Que se manifieste
Para conocerlo sin que me doblegue.
Para que el caminar no sea obtuso
Para tener las pesquisas necesarias
Sin reticencias
Hablar y escribir.
Arelis Juarez
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