LOUISE MICHEL

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Esta vez conocimos a la poeta francesa Louise Michel (1830 – 1905) que dedicó su vida a la revolución, luchando desde las trincheras con el objetivo de transformar la sociedad desde la lucha, la justicia y la esperanza. Para conocer más sobre la vida y obra de esta poeta, os invitamos a leer en la revista gratuita Poesía Más Poesía, Número 252.

VOLVEREMOS

¡Pasará el tiempo, los días, los años!
¡Crecerá la hierba sobre los muertos!
Acabará sus días lo que hoy nazca;
Los barcos no volverán a los puertos
Pasarán las noches oscuras,
se harán polvo las altas montañas,
las celdas, las tumbas,
pasarán como las olas
pero, proscritos o muertos,
volveremos.

Volveremos en multitud innumerable;
Volveremos por todos los caminos,
como espectros vengadores saliendo de la sombra,
volveremos apretando los puños.
Unos en sus pálidos sudarios,
otros todavía sangrantes,
lívidos bajo las rojas banderas
los huecos de las balas en sus flancos.

¡Todo acabó!
Los fuertes, los valientes,
todos habéis caído, oh, mis amigos,
y ya se arrastran los esclavos, los traidores y los viles.
pero ayer, yo os soñé,
hermanos míos,
hijos del pueblo victorioso,
fieros y valientes como nuestros padres marcharon,
con la Marsellesa en los ojos.

Hermanos, en tal desmedida lucha,
amé vuestro coraje ardiente,
bajo la metralla rugiente y tonante,
con las rojas banderas flameando al viento
Volveremos por todos los caminos
Volveremos…

LOS BLANCOS

Hombre blanco, ¿de dónde vienes? Fueron necesarias
muchas cortezas para tejer las alas de tu piragua;
muchos árboles para hendirla.
¿Qué potencia te ha arrancado a tu cabaña para haber
venido desde tan lejos? Pues vienes de lo más
lejano habitado por hombres, bajo el sol frío que los
vuelve pálidos.
Si hubieras venido de las islas que conocemos, las
alas de tu piragua estarían levemente arrugadas;
pero están gastadas por el viento, como si diez veces
hubiera soplado el ignam*
Hombre blanco, ¿qué nos dices, por qué has venido
de tan lejos?
En tu país se come todos los días, ya que un ayuno
de una mañana parecía incomodarte; ¿qué nos darás
de tantas riquezas?
El hombre blanco no cuenta nada; no da nada. El
hombre blanco se establece en el país con sus compañeros.
Siembran allí semillas de las que se nutre la
raza pálida ¡y las guardan para ellos! Los habíamos
recibido como hermanos, pero ellos no lo fueron.
Desde que los hombres blancos vinieron, ya no contamos
el número de veces que hemos cosechado el
ignam; no hacemos más la fiesta; no contamos nada.
Los días pasan como las gotas de agua del gran lago.
Para qué habríamos de medirlo, si las piraguas aladas
del hombre blanco apostan en la orilla.
Se llevaron a Counié, de pálido cinto. Se llevaron a
N’ji, cabellera de selva. Se llevaron todo.
Nunca más el hombre de las islas será feliz; nunca
más bailará sobre la orilla el pilou del mar.
Así es como hablaba el viejo Counié, pero la gente
joven se puso a reír. Bailaron con las mujeres blancas
y les dieron los collares de jade de sus madres; intercambiaron
con los hombres de las grandes piraguas
las hachas de piedra de sus padres contra los kougas
(los fusiles) de los Blancos.
Y todos los ignam, formaron en la orilla el pilou18
del mar.

*(En Nueva Caledonia, la vida del clan se rige por la cultura del ignam. El tiempo social corre paralelo al tiempo del tubérculo, que decide las fechas de los grandes acontecimientos: consagración del jefe, nacimientos, matrimonio, duelo…)

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