CARTA A LOS ACRÓBATAS

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CARTA A LOS ACRÓBATAS

Queridos artistas en la sombra,

En nuestro último comunicado me pareció que hubo un mal entendimiento, que a muchos de vosotras y de vosotros os ha costado un ciclo entero de vuestra formación. Para evitar que esta epidemia de la falsa modestia siga propagándose y causando severos daños a nuestro – aún lo considero nuestro – trabajo, no voy a esperar a nuestro próximo encuentro, porque igual no hay próximo encuentro si este cáncer de hipocresía y mediocridad consigue terminar con nosotros.

Habéis hecho bien instalando el arenero para niños en el jardín del presidente. La prensa, aunque no se da cuenta de su propia perversión usando las mismas palabras para redactar un acontecimiento, acostarse con la madre y matar a un poeta, ha publicado una foto muy ventajosa en la portada, que compensa la redacción pésima.

Antes, en la cola del supermercado, escuché a varios mujeres y hombres hablar acerca de la imagen que – cito – «hace preguntarse si el capitán ha abandonado el barco y si estamos navegando a ciegas.»

Creo que no estoy cometiendo ningún error irreparable cuando me precipito y nombro alguno de los hechos, que aún tienen que desarrollarse, aunque sé que lo que hago es arriesgado. Confío en que algunos de vosotras y de vosotros – no todos, pero los justos – serán capaces de aumentar su productividad a pesar de todo, no quedándose únicamente con el gusto que se instala después de haber leído con cierto esfuerzo, lo que a muchos otros les pasará. Bueno, no me demoro más, me dirijo a aquellos de vosotras y de vosotros que después del primer mareo no os acostais a dormir como si ya hubiéramos concluido el trabajo.

Entonces, hemos dicho que construir un parque infantil en el jardín del presidente es un primer paso y después habrá que pedir ayudas estatales de crianza y denunciar a los padres que se desocuparon.

Hasta aquí el plan, que no tiene por qué ser modificado, pero si nosotros no nos modificamos mientras lo llevamos a cabo, de nada habrá servido! Si seguimos actuando como si los días se cuentan uno detrás de otro y como si nuestro mayor triunfo será una secuencia de días que podemos mostrar y contraponer a los que nos atacan, será un triunfo muy corto, mediocre. Se echará una mirada, se reconocerá el trabajo secuencial con su lógica impecable y su cuerpo aparentemente imponente, igual pesará más que el cuerpo opuesto, y eso será todo lo que nos importa y eso es todo para lo que ahora estáis trabajando. Y después? No hay que tener que pensar el después! Los proyectos tienen que marcar su fin natural, no cancerígena. Pero la forma de trabajar que me parece que hemos adaptado es así: la construcción de un cáncer que solo se deja regir por la lógica de llegar a culminar. Nunca hemos hablado de ninguna culminación pero lo estáis haciendo entre vosotros y eso es el malentendimiento del que hablé al inicio y es lo que está poniendo en peligro la grupalidad y lo que nos está matando.

Tengo la impresión de que la instalación del arenal os ha perturbado y que algunos de vosotras y de vosotros se han deprimido cuando nadie venía a recogeros a la hora de recogida.

Antes de todo esto, estuve planeando un viaje al polo ártico para nuestro próximo encuentro, con vuelos en un avión privado y un hotel de cinco estrellas sólo para nosotros en la cima de un glacial, pero me estoy dando cuenta que os matariais entre vosotros estando rodeados por tanta blancura que no fue pisado aún por ningún hombre y que la altura afectará vuestra capacidad de trabajar. Asi que antes de ponerme a escribir, lo he desechado y he modificado el plan de estudios, lo encontráis en una hoja aparte. Nos hará bien darnos cuenta del trabajo que ya hemos hecho para controlar aquellas ansias destructivas de superar fantasmas, ansias perturbadas de contar a las fantasías como si fueran hechos reales.

Intentemos no morir de una grandeza que no nos pertenece y contentemonos con poder respirar, cada vez que nos quitan la pala, unos segundos más, antes de ponernos a gritar.

¡A algunos os veré pronto!

Hasta entonces escribid artículos y mandadlos a todas las revistas, hasta que alguna os publique.

Os saluda, la del margen lateral.

P.D.: Los vuelos y el hotel de lujo se los regalé al presidente y sus mejores diputados. No les costó nada aceptarlo sin enfermarse. El curso que viene nos tendremos que poner a estudiar eso.

Laura Trat


 

CARTA A LOS ACRÓBATAS

Estando sobre la cuerda floja dos acróbatas se miraban uno a otro, querían evitar moverse y con ello perder el equilibrio que les haría caer al vacío, por alguna razón en esa tarde de ensayo los tramoyeros olvidaron colocar la red de contención, sin precaución los acróbatas se pusieron a practicar y ahora estaban ahí a punto de caer. 

Gritaron pidiendo ayuda pero nadie les escucho, parecía que a todos los demás saltimbanquis se los había tragado la tierra, así que estaban solos, en sus ojos se veía la desconfianza en el compañero, la sospecha de que en cuanto hubiera la oportunidad uno de ellos tomaría la iniciativa, se levantaría rápidamente y correría para salvarse dejando al otro caer, se debatian en pensamientos tratando de descifrar lo que pensaba el otro, nunca se hablaron, al contrario, se aferraban a la cuerda y a la certeza de que uno de los dos huiría tarde o temprano; era lo lógico, porque no había nada que les uniera, nada en común, ningún lazo, tampoco les interesaba conocerse, lo que por otra parte les hubiera salvado, aquello era más como una situación conngente en la que por arte de magia habían aparecido los dos desconocidos en ese lugar, y ahora estaban asidos de una cuerda con el abismo a sus pies, tal vez si hubieran reflexionado en el paso a paso para llegar ahí se habrían dado cuenta que se fueron enredando sin saberlo, que cada cosa que hicieron y dejaron de hacer les fue acercando poco a poco y ahora estaban ahí esperando a que uno pusiera en riesgo al otro, a que accionara.  

El peso de los dos cuerpos fue aflojando la cuerda de sus remaches iba perdiendo tensión y cada vez la caída se hacía más probable, el brusco movimiento les asustaba, les llenaba de angustia, tal parecía que la cuerda se había propuesto irrumpir la pasividad en la que se encontraban, de alguna manera ese movimiento incontrolado les hacia asumir que tarde o temprano habría que decidir quién se salvaría, o cómo harían para salir ilesos los dos.  

Que solo uno se salvara tenia sus consecuencias, el otro desaparecería, transfigurando en un muerto o un accidentado, nada seria igual, pero ya nada lo era desde el momento en que se quedaron atorados, entonces tuvieron que hablar, presentarse con sus nombres, hacerse presentes con su voz, descubrieron que eran hombre y mujer, ella al llevar cabello corto y esa ropa neutra ocultaba la suavidad que delató la voz, llevado por la sorpresa él intentó mirarla y topó con unos ojos grises, penetrantes y seguros, ella sostuvo la mirada y notó las pecas en nariz y mejillas de esa persona que minutos antes pensó como rival, juntos idearon una forma de escapar, de ponerse a salvo, él supo que ella había calculado el tiempo que les restaba antes de que los tornillos de los remaches terminaran de desprenderse, eso eran 3 minutos y medio, y él sabía que los movimientos a realizar para salvarse tendrían que ser lentos, suaves y que tendrían que sintonizar sus cuerpos para realizarlos cuidadosamente, ambos al mismo compas, un movimiento en falso y todo aquello acabaría, lo sabemos o muertos o en el hospital, de esas dos condiciones las combinaciones son infinitas, entonces la danza comenzó, el primer movimiento era concentrarse para ponerse de pie los dos al mismo tiempo, para eso hicieron contacto visual, extendieron los brazos para apoyarse uno en el otro mirando al frente nunca hacia abajo ni a ningún otro lado solo se miraban a los ojos atentos de su movimiento y con una sutil señal fueron incorporándose hasta ponerse de pie, salió bien, ya de pie el siguiente movimiento era dar el primer paso hacia atrás cada uno hacia su lado, los dos al mismo tiempo con el pie derecho, se pusieron de acuerdo y a la señal se dio el paso atrás, sus brazos se fueron separando, les quedan dos minutos aproximadamente antes de que los remaches se venzan y la cuerda se rompa, en el segundo paso sus brazos se separaron por completo, ahora lejos del contacto de uno con otro tenían que darse por lo menos tres pasos más y estarían salvados, se quedaron quietos, tal vez paralizados, tenían de fondo la pantalla negra de la carpa, sus trajes de ensayo general relucían las lentejuelas rojas, azules, amarillas y verdes, uno frente a otro inmóviles, pero con la suficiente distancia para mirar sus cuerpos estécos, trabajados, atlécos, eran dos jóvenes bellos, de circo; en una rápida ojeada él por primera vez miró el cuerpo de ella, su cara, el largo cuello adornado por una ligera cadena dorada, sus pechos, sus caderas, sinó un calor por dentro pero de inmediato pensó que aquella situación era como un polígrafo sensible a cualquier pequeño movimiento corporal, se reenfoco y aclaró su pensamiento, para ella él era el paisaje perfecto, la cara barbada, los salientes pectorales la espalda ancha, la piel morena, sus ojos se permieron seguir la trayectoria de aquel cuerpo, fuerte y masculino, se detuvo en la entrepierna de la que sobresalía un bulto, su atención se fijo ahí en esa zona, él lo notó, se sintió acalorada y en el momento que se esbozaban una sonrisa traviesa la cuerda se desprendió, con un movimiento rápido alcanzó a agarrase quedando sobre el vacío, él cayó de bruces, murió en el instante. : ) 

LïzRA


 

Querido acróbata:

Te escribo para darte ánimos en estos momentos tan turbios que está viviendo la política española.

Te tengo que decir que no siempre fuiste mi acróbata favorito, estaba tan impresionada con un acróbata teórico que estuvo a tu lado hasta que su cuerda floja perdió el sueño que, pasabas algo desapercibido para mí, pero después de seguir tus estrategias en los  escenarios catastróficos que se plantearon en este país, verte bailar sobre el vértigo sin perder la sonrisa, marcarte verónicas de lujo en los púlpitos, frente a los que hablan mucho y dicen tan poco… Siempre me ha gustado tu elegancia en los discursos frente a los que hacen recordar a los alcornoques que, ya en la Edad Media estaban más civilizados.

Me tengo que quitar el sombrero y mandarte los besos que tenía reservados en un verso para ti, los libero, pero no con la libertad de los que la defienden cuando se trata únicamente de la suya, sino con la libertad de los pájaros que vuelan en comunidad haciendo dibujos en el aire.

Querido acróbata, no sé si cuando te llegue esta carta estarás en otra cuerda floja, en otro trapecio o en la red, o si habrás, otra vez, mezclado tus polvos mágicos con el estallido de un pueblo que por fin ha despertado y sabe por dónde aparecerán los que cortan las cuerdas a los acróbatas para poner sus andamios privados con la soltura del nepotismo indecente. Yo espero con gran impaciencia tu siguiente número de equilibrismo acrobático de clase magistral para devolverlos a la selva.

Tu fan,

soñadora de utopías.

Victoria Avila.


 

CARTA A LOS ACRÓBATAS

Mi querida acróbata:

Te extrañará que hoy te escriba, hoy pienso en ti porque he despertado pájaro cantor.

Después de tantos desencuentros, hoy por fin me animo a escribirte esta carta, que en realidad es una confesión.

Mi querida acróbata, que en griego significa “marchar sobre las extremidades” o “marchar sobre los pies suspendidos”

He de confesarte que hasta hace unos años dudaba de ti.

¿qué podía esperar de una niña estúpida que apenas sabía caminar?¿Qué podía esperar, de alguien que no sabía hablar? Hoy veo que tus acrobacias han fortalecido tu andar, que ya no balbuceas, hablas, a veces con dificultad, pero yo te escucho.

Te cuento que ,hace tiempo ya , he decidido obedecerte, encadenarme a tus acrobacias.

He de confesarte que te quiero porque tus movimientos me enseñaron a andar, pero a la vez te odio.

¿No lo sabías? Una siempre odia un poco aquello que te hace bien.

Te odio porque encadenas mis horas a tus locuras, me haces caber en un verso y retorcerme hasta que mi cuerpo sea de viento.

También te digo, querida acróbata, que prefiero encadenarme a ti, a ti que con tus saltos, te me ofreces como pequeño ciervo. En otras cadenas está el desierto, la intemperie, el pájaro cantor que sufrió un tiro de algún mercader que ofrece sus piedras preciosas.

Me despido de ti, querida, deseo despertarme alondra, gorrión o sombrero, para escribirte de nuevo y contarte mis acrobacias.

Espero que a la presente seas lluvia, árbol o viento del norte.

Un abrazo azul océano de tu acróbata, 

Ana Barletta.


 

CARTA A LOS ACRÓBATAS

Senores Acrobatas:

Hoy me siento conmovida, hoy, soy la portavoz de un colectivo.

Ustedes que son la atracción más grande de este espectáculo, están haciendo giros inesperados, movimientos de alto riesgo, que hacen sentir a todos y a nosotros más todavía, un fuerte sismo.

Sabemos que con la tranquilidad de quien tiene un arnés en la cintura, ofrecen un show donde no ha sido invitado el miedo. Tampoco quieren que nosotros (al igual que el miedo), entremos a la función. Nosotros,  los vendedores de dulces, golosinas, souvenirs, etc. ya estamos enterados de sus opiniones, dicen que tenemos cara de indio, que somos la imagen fea del show, nos quieren fuera, ya lo sabíamos!.

Pero, miren, cuando ustedes suben al trapecio, destapan sus máquinas de humo de colores, hacen mucho ruido y los espectadores se quedan anonadados de su exactitud en cada movimiento, también nosotros, (los ya mencionados) desde el graderío, con nuestra venta colgada en la cintura nos emocionamos demasiado. Pero desde arriba ustedes no ven las rajaduras del andamiaje del escenario, nosotros desde aquí abajo vemos cada una de esas grietas que el humo de ustedes hace invisible.

No nos desvaloricen, por favor, no lo hagan. Tenemos rostro de indio, si, eso nos delata. Pero no hagan de eso nuestra vida ingrata, no somos mala raza, no nos llamen insurgentes, gente somos. No nos llamen invasores, humanos somos, miren nuestras manos: son manos de hombres y mujeres trabajadoras.

Yo le ofrezco un caramelo, no me lo rechace devolviendome balas de goma. 

A cambio de mi sed, el desaliento no me de a beber.

Pues al momento de pararnos en la viga de la vida, todos estamos expuestos a caer en la misma red. 

La Indigena.


¿Te ha gustado este selección? Te invitamos a unirte y participar en el taller de poesía Grupo Cero, haz click en el siguiente enlace para comunicarte con nuestra coodinadora, la poeta y psicoanalista Helena Trujillo Luque.


 

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