ALMAS, NO AMANTES.
Dos almas se encuentran a la mitad del camino,
Fluorescencias marinas brotan de sus cuerpos,
No saben que se buscan,
No saben que se llaman con nombres secretos de otros rostros,
Con caricias ensayadas de otras manos.
Viajeros del tiempo, coincidieron en el crepúsculo del día,
Sus miradas desdeñosas, agresivas,
Estallan los instantes lacerados por astillas de vidrios rotos en sus ojos,
De paredes destruidas,
De ruinas mortuorias envueltas en silencios profanos,
En vientos invernales ajusticiadores de sus cortas respiraciones.
Esa oscuridad amarga,
Esa confusión de miradas muertas y vivas,
De voces inaudibles que marcan a fuego los agujeros del sonido.
¿De dónde sacan vida las almas errantes?
¿De la luna? ¿Del cielo?
De los pasos blandos de una vida agotada por el tiempo,
De los trucos mágicos de gente herida de muerte,
De los labios ensalivados de monjes extenuados,
¿De dónde sacan vida?
Robotizados, en el borde de las ansias,
Amanecen al día, un día más,
Pesado, lastrado,
Un día más en el que el corazón no figura,
En el que el amor no bombea por las venas,
En que los dioses confabulan y les hacen inhumanos,
Hervidos en angustias acuciantes,
En temores tormentosos,
En blasones que penden de la última estrella de la sabana celestial.
¿Quiénes son ellos? ¿Quiénes son para amar?
Dos almas errantes que se juntan a mitad del camino,
Con fluorescencias en las manos,
Con el signo roto, uno en cada mano,
Sus pupilas se dilatan ¿se reconocen?
Un pedazo de papel en cada mano,
En cada uno,
Un pedazo de vida cada uno,
Una que se junta,
Que se unifica,
Que late,
Que respira.
Dos almas pasan una junto a otra,
Se perciben, se miran,
Sonríen, se reconocen y no,
No dejaron de caminar.
Dos almas que se encuentran en medio del camino se separan,
Se dan la espalda,
Su paso lento y fatigoso les pierde,
Les inyecta olvido,
Les lleva a los días en otro lugar.
LïzRA
ALMAS, NO AMANTES.
Era la esperada invasión extraterrestre
un veintiocho de abril del año 2025,
pasó por un fenómeno inaudito,
y se llevó toda la luz de nuestras calles;
las casas quedaron sin comunicación.
Solo el interior de sus naves nodrizas
y el interior de nuestras almas
compartían un espacio de extraña energía.
Nos quedamos a expensas de sus extracorpóreas decisiones.
Ningún ser vivo podría salir de este planeta,
nadie podría usar antenas telepáticas.
Las redes habían transmigrado a otro plano.
Aún quedaba alguna cerilla en el bolsillo.
Las estrellas, nuestras compañeras de partida,
iluminaban al nuevo Dios celeste que
se hacía paso en la vía láctea
con fragmentos iluminados en desuso,
era la puesta en escena del primer capítulo de la serie.
Los técnicos cinéfilos, acaparaban energía
para los siguientes episodios,
ya nos habían avisado.
Los corazones de un distinto reloj latiente,
con manecillas que, sujetaban los minutos
no estaban de acuerdo con las horarias.
El tiempo se había dilatado,
entraba y salía por un agujero de gusano,
allí, mandos interestelares
estaban produciendo polvo recién rallado.
Los actores del equipo A
representaban las primeras escenas:
En las copas de los alcornoques,
los de la mano en alto,
aunque no hubiera nadie a quién saludar,
eran fabricas de polinizar el aire
con las mismos desvaríos de siempre,
aprovechando el alboroto:
¡Qué barbaridad! decían,
el presidente carece de videncia,
¡Dimisión!
otros gritaron todo lo contrario,
el presidente tenía conocimiento previo,
¡Dimisión!
También hubo quien echó de menos al caudillo
como fiel custodio de la luz y los pantanos.
los de la mano en alto,
entraban y salían de su santa biblia
buscando las coronas de los reyes cristianos;
no les entraba ninguna en su cabeza
allí, dentro de su cuadra,
solamente pajas.
Los del equipo B se daban cita en las calles,
sus raíces ancestrales, reconociendo
un lugar común entre los otros,
repartían la prensa, con las últimas noticias,
en vivo y en directo,
sin pantallas ni inteligencias artificiales,
articulando preguntas normales ciudadanas,
sobre la incertidumbre, la vulnerabilidad,
también gestos de cordialidad
como polen trasmitiendo humanidad.
Señales de velas y linternas
como los indios haciendo señales de humo
guiños a los primeros disfraces del atardecer
despidiendo a la estrella gigante desde sus balcones.
Un día diferente, cosas diferentes del día a día
como leer libros de poesía sustituyendo plasmas,
cambiamos de lugar algunas ollas y sartenes,
buscamos transistores en desuso por rincones,
pensamos en hacer el kit de esperar el fin de la serie
pues ya habían caducado algunas conservas,
algunas de palabras distantes,
otras de palabras vacías,
frascos de frases repetitivas.
El color de la hierba palidecido
en un reflejo de miradas fugitivas,
asustadas por pensamientos fugaces
mientras el brillo del sol retrocedía
sobre las ventanas opacadas.
El equipo C eran otras almas, no amantes
robusteciendo nuestras cuerdas vocales
dirigidas por una luz vibrante
pues nuestros cuerpos, eléctricos
iban despidiendo al sol en su escondite nocturno
abrazados al transistor,
colocando nubes, dando sentido a sus colores,
buscando formas, quizá esa franja de luz que
acompañaba a nuestro querido Papa Francisco,
a su nueva morada
una energía vital que le transportó a su estrella
de amor,
desde allí, en su nuevo castillo,
donde ahora habitan las mariposas monarca,
nos hizo nuestro mapa de coordenadas,
a nosotros, casi amantes de la verdad,
casi amantes de esa filosofía de vida,
con esa, su luz infinita
nos dejó semillas para plantar.
Mariví Ávila
ALMAS, NO AMANTES.
Pensamientos inocuos,
el cuerpo es un alma muy pesada,
las almas no existen,
los cuerpos no son.
Amantes corpóreos,
iluminando algún alma
en la pupila del hombro.
Experiencias extracorpóreas
alistadas al universo,
con un billete para el museo,
de cuerpos colgados en perchas
en desfiles fuera de moda.
Almas que habitan cuerpos
desalojados de la piel,
mudando los amantes,
para huir de espacios propios.
Deseos que se rozan
como volutas de humo,
como fantasmas antiguos
relojes de arena,
que nunca llegan al mar.
Sofá de terciopelo rojo
en la ladera del corazón,
balan ovejas negras
en cercas muy lejanas.
Llegar a casa siempre
detrás de una montaña,
orografías exageradas
me acarician la espalda.
Monica Herrero
ALMAS, NO AMANTES.
Las almas pasean por la barandilla del tiempo buscando amor.
Detrás de las cortinas de la memoria,
Talamos de alegre satén
Acuñando maravedís de oro en zurrón de cuero.
Ese legendario tiempo en que los rizos de mi viento
Me acariciaban tibios.
Ese idilio de almas y cuerpos intoxicados de deseo.
La humanidad era toda mía,
Pero lo mío era solamente mío.
De nadie; ¡mio!
¿Quién buscaba entonces
El codiciado transparente líquido de la eterna juventud?
Pero una fría noche,
En el salón encantado,
Un lejano reloj
Entonó
Las fatídicas
Doce
Campanadas.
Esa misma noche la capa de hielo que cubría el lago
Se quebró en millonésimas de navajas.
La misma noche
En que la gran mayoría de las estrellas más brillantes
Se convirtieron en fuegos fatuos
Que luego desaparecían para siempre jamás.
Poco creía haberse perdido;
Tan solo un zapatito de cristal.
Pero detrás de un espejismo solo queda arena seca.
Henar Hidalgo
ALMAS, NO AMANTES.
Nació en un barrio sencillo
Encontró lo que no buscaba
Encontró
lo que necesitaba.
Queria un alma para amar,
la puerta, de aquella a quien amaba
Cerrada, estaba.
No pudo ser
Y en vez de reprochar
O llorar
Fue por el mundo
Y encontro almas
Que no podian amar.
Enseñó a reír al desahuciado
Supo ser nino cuando tocaba ser pequeño
Y supo ser madre,
abrigando a los caídos
La vida le tenía una sorpresa
No lo esperaba
Y cuando toco ser grande,
supo serlo,
Se instaló en el palacio real
Y vistió de sencillez
la opulencia,
Comio y bebio con el sencillo
Se mofo del altivo
Sin herir su presencia.
Lecciones tan necesarias.
Y cuando se sintió solo
Encontro tambien la amistad
A la que nunca renunció.
Fue amigo del mundo.
No tuvo familia
Nadie podía retenerlo.
Quizo una esposa
La vida le dio una grande.
Quiza deseaba hijos
Fue padre de los sin-padre.
Tuvo límite y supo aceptarlo
Partio de su patria
de la tierra
No lo lloro esposa, ni hijos ni compadres
Lo entrego el mundo
A quien supo entregarse.
Fue en tierras lejanas,
Sin bienes materiales
Solo un alma incomparable
Tuvo esencia de alma noble
Tuvo esencia de alma grande
Y como no supo ser amante
Prefirio ser maestro, guia, padre
De almas errantes.
Las cultivó de nuevo con el alma fuerte,
como el, Un Almafuerte
Arelis Juarez
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