UN FILÓSOFO EN EL CORAZÓN.

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UN FILÓSOFO EN EL CORAZÓN.

Descarto un as
en la taberna platónica,
de mis cínicos amores,
llora Nietzsche
a mi estoico corazón.
Fuera zaguán de perros,
mi alma acentúa el hambre,
con ariscos desplantes
en su lenta levedad.
Llegaré un día después de su llegada,
mesías de kafka en la orilla,
metafísica experiencia
que me acerca al amor,
por caminos escarpados.
Disimuladas máscaras,
me duermo en las estrategias
despisto los objetivos,
olvido los nombres.
Mucho corazón me quita
narciso egoísta,
déjame entrar
en casas abandonadas,
especiando arquitecturas.
Mariposa efímera
sin malla protectora
sucumbe al amor
la llaman felicidad.
Y no está en ningún lugar,
crece como pompa de jabón
en vértices del corazón.

Monica Herrero

UN FILÓSOFO EN EL CORAZÓN

Atrévete a saber de ti,
corazón florecido, con madurez de árbol.

“Sapere Aude”, niño filósofo que busca las
respuestas sobre la vida y la muerte. Muerte que
todavía no conoces, que llegará más tarde, cuando
aparezcan los dos sexos, cuando estalle en tu
pequeño corazón de filósofo, lo femenino.
“Sapere Aude” lema del Humanismo, atrévete a
saber, pequeño filósofo, cuando estudias la vida en la
naturaleza.
Las pequeñas hormigas, las ranas, las moscas, tienen
para ti el secreto de la vida.
En los mayores ya no confías, te mienten, pero esos
pequeños seres tienen para ti el secreto.
Aprendiste de las hormigas el valor del trabajo,
de los gorriones , el estallido de alegría atardecida,
de los ciervos aprendiste la elegancia, a dar saltos y
terminar bien sostenido en tus dos piernas.
De los perros aprendiste mucho, mucho, aprendiste
el amor que puede expresarse en una mirada, a
corretear por la vida. Aprendiste que lo podías amar
como a un compañero, sus ojos te enseñaron a
tolerar la vida. En sus ojos hallaste el amor de tu
madre, el cariño de tus compañeros, aquellos que
comparten contigo el mismo pan.

Ana Barletta

 

UN FILÓSOFO EN EL CORAZÓN

Por mera diversión
le invité a pasar el invierno
en mi humilde casa muy querida,
humilde casa con su techo carcomido,
a inhalar por las brechas
no el frío
sino la luz de las estrellas
que aquí fuera y allá dentro
se hacen ver tan frescos e incorruptibles
como el gran corazón alegre
de mi querido amigo.

Es de extrañar,
me dijo la primera noche
cuando estábamos uno al lado del otro
tumbados sobre las vigas desnudas del primer piso,
es de extrañar, que las mariposas en nada se parecen
al tiempo en espiral,
tiempo exagerado por el hielo invernal.
Las copas de nieve cubrían la mitad de su cuerpo y la otra.

Como es que,
siguió mi querido amigo fiel
tumbado a mi lado en aquella cabaña feliz
repasando conmigo el pavor nocturno
como cada invierno
hasta quedarnos sin más remedios
casi paralizados de sentidos
confundiendo sin preocuparnos
la risa con la falta de aliento,
Cómo es que no me llamas más a menudo,
si la mayor suerte está
en que un amigo sabe estar a tu lado
preguntando lo justo y diciendo lo demás.
Mira las estrellas,
me dijo mi buen amigo filósofo
las estrellas siempre nos han gustado mucho.

Laura Trat

 

UN FILÓSOFO EN EL CORAZÓN

¿Por dónde estraste a mi vida
que no hubo desuello ni esfinge
conmemorativa del acontecimiento?
No pude escribirte la carta de bienvenida
cuando nació un rosal en mi pecho
y en todo lo que tocabas
notaba tu esencia de abrazo,
y nubes giratorias en un tiovivo
con banderas lumínicas
acompañando el desamparo.

Eres un pirómano de fuegos artificiales
suplicando clemencia en el espinar maduro
o cuando, esclavo del rumbo,
borras los daños de mi corazón incauto.
Ya no son tantas las tinieblas
desde que encontraste acomodo en mi borboteo
o en nuestro pálpito cuando caigo, y luego
me ayudas a levantar emblemas en el foso.
Con tu arena de miga
nos llevas a voltear
lo que nos detiene.
¡Construyamos con ella esos castillos
aunque después haya que destruírlos !

Mariví Ávila

 

UN FILÓSOFO EN EL CORAZÓN(7225)

Una candela llevo en el pecho,
Oscila de preguntas,
Arde de pensamientos.

Un viejo ermitaño la lleva en la mano,
Su seca piel guarda los tesoros del mundo,
Su sabia presencia sostiene
La pequeña candela de mi pecho.

Me dice en un eco que no tenga miedo,
Su voz me acaricia con un suave viento,
Desde mis adentros me ha hablado de todo,
Del amor, de la muerte,
De lo que se pierde sin regreso,
De cómo las plantas absorben lo rico del suelo,
Y como en el alba se mojan los sueños.

Mi fiel habitante tiene los años del tiempo,
Una túnica gris y los pasos lentos,
Me camina por dentro y duerme en mi pecho,
Viaja a mi cabeza para pelear con los tercos,
Esos que me merman cuando pierdo el suelo.

Él y yo nos amamos en serio,
Coloca libros frente a mí y yo se los leo,
Hemos viajado milenios,
Él es viejo y yo me renuevo.

A veces quisiera mirarle de frente,
Que estuviera conmigo y sentirme fuerte,

Pero está en lugar sagrado,
En mi corazón y mi mente,
El filósofo bendito
Que me guardó de perderme.

LïzRA

 

UN FILÓSOFO EN EL CORAZÓN

Hay palabras que se colman con vidrios de corazones rotos,
Pergaminos sin tesoros.
No subiré por escaleras ciegas sin barandilla.
Resortes pulverizados en pólvora de fino paladar;
Vainilla, caviar verde;
Oropéndola turbada por su propia imagen en el cristal,
Cual Dionisio enamorado de agua.
Hilos que no son hilos,
Sino que se van tejiendo sobre huellas,
Que no son hilos, que son caminos,
Que son imanes de gotas de rocío,
Que son lianas del viento,
Palomas mensajeras sin mensaje,
Que son nada de nada en la nada de nadie.
Un pecho desbordado de razones obvias,
Saturado, sin espacio para latidos.
Ponzoña verde hiel helada
Para patinadores avezados.
Licántropo traspasado de claro de luna
Cual sonata,
Henchido de pálida fosforescencia de azogue,
Reverberación despintada de fuego y sangre,
De lava y oro.
Paraguas roto; todo varillas. Cigarro mojado.
Cigarra estridulando sofocos.
La Poesía quiso dar un paseo
De la mano con la Filosofía
Pero la encontró un tanto fría.
La Filosofía quería hablar del Hombre
Pero no se atrevía y revoloteaba
Por los tejados de las librerías.
Si por necesidad te amé,
Nunca amé tanto.
Si por deseo abandoné necesidad
Llenaré mis manos de flores
Rojas, naranjas, amarillas.
En la oquedad de mis manos
Prenderá un aroma de anhelos locos,
Una esencia de fuentes de futuro
Que se harán arroyos,
Ríos, fiordos, cataratas, termas,
Géiseres.
¡¡Atención!! ¡¡Peligro de asteroide!!

Henar Hidalgo

 

UN FILÓSOFO EN EL CORAZÓN

Los habitantes de la casa se habían ido.
Con el tiempo, nos fuimos quedando
A solas,
el y yo.

El, tiene sus ocupaciones,
Sus cavilaciones.
Yo tengo otras funciones
Esas, que al verme, le producen alteraciones.

En mis quehaceres, me observa,
Pone el índice, entre su nariz y su boca,
Así, como un querer y no atreverse.
Hasta que de repente, un impulso le sacude.

Me interrumpe
en mi organizacion, de cosas
Y de mi mente.
Detente! – me dice-, detente!

Yo, algo turbada, me detengo
Y ahora qué?
Que tenemos una conversación pendiente
Tu y yo? Tu y yo!

Tengo mucho que hacer
Le contesté.
Estoy dispuesto a platicar de pie.
Está bien.. comencemos.

Yo debía empezar a conducir,
¿Vienes?
Iré, toda vez respetes el límite de velocidad
Yo, había prometido no presionar el acelerador.

En el camino, me invitó a un cafe
¿Sabes? Pienso que si vamos a seguir viviendo juntos,
Tendremos que aprender a conversar.
Yo tendré que vencer mi timidez
Y tu, tu manera de vivir con rapidez.

Así, no se puede vivir, -me dijo-.
Deja la calculadora
Sustituye por un lápiz y un papel.
Suelta el calendario, atesora momentos.

La vida quiere vivir en ti,
Habitarte.
Deja que la vida, te viva
Y no pretendas moldearla.

Moldeate tu!
Entonces,
Dejarás de entender
Y empezarás a existir.

Arelis Juarez.


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