
YO NO SOY VIOLETA PARRA
Pero escucho su voz
“Canto la diferencia
que hay de lo cierto a lo falso
de lo contario no canto”
Mujer que convierte
su último gesto en parto.
La mítica poeta que marca el futuro
se expande en multitudes
voces y marchas
Su gran carpa suelta amarras
vuela cielos
alumbra cantos.
Transeúnte de la vida
buscadora incansable
melancólica doliente
“¿Cuánto será mi dolor?” cantabas-
Irreverente en los discursos
letras incómodas denunciando:
“enterraron la justicia
enterraron la razón….
Los justos andan con grillos
Y libres van los perversos….
Los hambrientos piden pan
plomo les da la milicia”
Icono de pasión
tu color la desmesura
tanto en triunfos como en fracasos
“Dicha y quebranto los dos materiales que forman mi canto”
Intensidad que desborda
el límite frágil del cuerpo y del tiempo
Te despides cual rito
en canto agradecido
dibujando entre estrofas
la aceptación trágica de la vida
que se enhebra de dolor
amor perdido
y muerte
Yo no soy Violeta Parra
pero su canto me canta
María Julia Ardito
YO NO SOY VIOLETA PARRA
Hay algo en mi
que yo no soy,
yo no soy Violeta Parra.
Cuando mi canto retumba
en los pañuelos de mi pueblo
hay algo en el,
algo en el,
que no es mío
y canto y canto
y soy cantada
y lloro y no me consuelo
y yo, no soy nada.
Hay algo en mi.
Hay algo en mi,
no sé, no sé nada
de esa Violeta
que es tan amada,
tan audaz
y tan clara
como el farol solitario
que anoche fue un ave,
un ángel, un guardián,
señal de vida,
señal de luchar
contra mar y tormenta
otra vez más.
Y yo, madre de aquel farol,
que luce sin mí
ya no puedo hacer nada.
Me quedo vacía
escuchando de lejos
lo que una vez fue
y pienso:
hay algo de mi
que yo no soy
yo, ya no soy nadie.
Laura Trat
YO NO SOY VIOLETA PARRA
Soy una arpillera de la vida,
Voy por ahí creando paisajes de colores y texturas,
Escribiendo con mis hilos y mis lanas
Sobre trozos de tela remojadas en café.
Yo no soy Violeta Parra
Soy una campesina,
Labro la tierra con mis manos,
Con mis brazos de mazorca y caña,
Hojas verdes, amarillas y rojas nacen de mis dedos,
Tiemblan nerviosas y húmedas
Roseadas por la ventisca del otoño.
Yo no soy Violeta Parra
Pero recito,
Mis dolores se curan con cantos rurales,
Venidos de la sombra de los árboles,
De labriegos,
De mineros que rasgan el vientre de la tierra,
De guerrilleros desaparecidos,
De mujeres migrantes en busca del nuevo sol.
Yo no soy Violeta Parra
Estoy viva, como ella a los 17,
Tan serena, tan deseante,
Reverdeciendo a las piedras,
Componiendo mis canciones,
Llena de instantes fecundos,
Ablandando las cadenas,
Entregándome, con esmero al amor.
LïzRA
NO SOMOS VIOLETA PARRA
Yo no soy Violeta Parra
pero escribo para saber reír llorando.
Y si la risa se mezcla con el llanto,
hoy en la tristeza hay una cascada de clamor
exigiendo su escritura.
Desafía al olvido el poema que aún no existe,
resistencia de memorias en cicatrices reencarnadas.
Surcos que se abren como marea viva
oleada de voces silenciosas en flotillas
con la vibración intacta de los quince años.
En ese tejido que no olvida a Violeta
y al leer se reconoce,
como eco persistente
de la sombra que se eleva.
No sabemos si es espanto
o llamado de libertad
que va cercando a la injusticia.
Así, reconocemos su gato decente de la memoria,
al que tantos aprendieron a acariciar en silencio,
hasta que alguien lo toma por la cola
y enseña los dientes al mundo.
Ahora se ensaya el primer abrazo
como surcos en el mar,
escribiendo como quien araña en el papel,
con las uñas recogidas de la memoria
envueltas en estelas de clamor.
No somos Violeta Parra
pero reconocemos en la vida
las grietas por donde entrar.
Donde la dignidad tiene su propio plan.
Reímos casi tanto como lloramos,
se aprendió a encontrar alianzas
en la alquimia del esperanto,
el pulso común no domesticado.
Gracias a la vida,
que nos dio la voz
para entrelazar risa y llanto.
Estamos destronando el oro
con la luz de los pueblos,
como Lautaro en la montaña,
que nunca buscó tesoros,
sino soles que no se compran,
ni se venden,
ni obedecen a mercados.
Aunque nos pidan olvido,
aunque nos pidan silencio,
eso no sucederá:
gracias a la vida,
leyendo, escribiendo,
construimos un nuevo canto.
Nuestro destino es caminar.
Dejando huellas en el aire
como ave que no quiso jaula.
Mariví Ávila
YO NO SOY VIOLETA PARRA
No nací entre copihues,
pero si tuve en mi infancia
una guitarra,
crecí en la ciudad del ruido
pero también mi niñez
conoció el campo.
Hace ya unos cuantos años,
corría descalza
entre los surcos de la tierra
abrazando el sol y
soñando con canciones.
Hoy mi afán es el cantar…
Canto historias de heroínas
que lucharon,
cada una de esas notas esparce una semilla, que florece
en mi corazón de cordillera.
Yo no soy Violeta Parra,
sin embargo, también amo
y agradezco tantas cosas a la vida.
El arrullo del río
me enseñó a cantar,
el ruido del mercado a alzar la voz.
No soy como tú, Violeta.
No tengo tu voz, ni tu templanza,
pero dentro de mí, una herida
también canta.
Yo no soy Violeta Parra,
soy quien aprende
a escribir versos.
Cuando escribo, respiro diferente,
cuando me rompo por dentro,
el hilo de las cuerdas de tu guitarra
me zurcen con palabras que
no existen.
Y algo de ti, Violeta, florece en mí.
Dolores Granados
YO NO SOY VIOLETA PARRA
Yo no soy Violeta Parra
Ni tengo guitarra
Ni una uñeta para hacerla sonar
Yo me llamo aprendiz de poeta.
Yo no tengo versos bien formados
Mis brazos no van armados
Ni mis biceps estan bien torneados
Mi estrategia es conocer la humanidad
Esa que está en los versos
Versos que no son armas
Versos que son vida
Que hacen del muerto un resurrecto.
Yo no soy Violetta Parra
Yo soy el individuo
Que tararea canciones en el metro
En el trabajo, con el peso en el lomo
Cuando nadie me ve
Cuando puedo ser un pájaro cantor
Cuando solo se escucha la melodía
Pero la letra solo la entiendo yo.
Arelis Juarez
YO NO SOY VIOLETA PARRA.
En los perfiles del tiempo
corren hormigas de invierno,
los viñedos se endulzan
cuando se enredan los cielos.
Violetas color marfil,
rojos aterciopelados,
tulipanes en la buhardilla
de las enfermedades
inexistentes
como dinosaurios.
Otras formas de vivir,
muriendo de otra manera.
En el hospital de las viejas cosechas,
me despido de una época,
recuerdos de vinilo,
noches de luna
pegando carteles
en los muros obreros.
Colores desgastados por el sol,
los domingos con moqueta
y la casa tuya ,tu calle y tu patio,
ya están en los portales de mármol.
Como en el muro la hiedra,
como una parra de amores,
como los hilos del cielo,
voy desanudando,
la garganta de las voces.
Monica Herrero.
YO NO SOY VIOLETA PARRA
La opulencia de la escasez,
La vanidad de la humildad.
Esa verdad inamovible
Que rasura mala hierba
Con afilada guadaña
Rascadora de espaldas.
Autenticidad hecha dogma,
Desfile de tropas
En aunado ejercicio
De destiladas sombras
Por obstinado capitán general.
Aferrarse a las plumas de cupido Cuál de cóndor imbatible,
Jugar con sus flechas
Disfrazadas de tradiciones
Y con su punta envenenada.
Navegar sobre aguas de ideales, Sin querer ver que se aceleran
Y caen en estrépitos de cataratas. Huida hacia adelante
Descarrilando en el stop.
Escribir, amar, viajar, bordar
Sin querer el punto y seguido;
Sin aguantar el punto final;
Sin tolerar un punto y aparte.
Atravesar la sábana en taparrabos Queriendo ser carne de león
Y cayendo en trampa de león.
Acariciar el paraíso
Con pies descalzos sobre camas de faquir. Sobre un bello lecho de palabras Habitas un túmulo de violetas
Resguardado de parras,
Que será recordado y sagrado
Por los siglos venideros.
Henar Hidalgo.
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