Esta semana conocimos a la poeta, escritora y periodista española Elvira Daudet (1938-2018) que nació en Cuenca durante la guerra civil y que conoció y sufrió junto a sus padres la dureza de un campo de concentración y las dificultades económicas de la posguerra. Elvira Daudet se sitúa entre las voces más destacadas de la poesía española de los años setenta.
Para conocer más acerca de la vida y obra de esta autora, recomendamos la revista Poesía más Poesía, N° 182.

EPITAFIO
Unos fijan los ojos en la antorcha,
quizá en el terciopelo ebrio de la sangre,
yo en los momentos más dramáticos,
me fijo en los zapatos del herido,
del que llega en patera
cosido a puñaladas por el mar
o del ladrón que huye con el bolso.
En la última tragedia
con que la puta vida nos ha zarandeado
para hacernos conscientes del regalo
que es vivir sin salud
pagando medicinas con las migas
del mal comer,
desahuciados, recortados a cachos,
vi una fotografía en la que unos zapatos
insolentes me buscaban los ojos
para que yo escribiera este epitafio:
murieron con zapatos preparados
para la fiesta grande del patrón
y llegaron confusos al infierno.
ESPERANDO A LOS BARBAROS
«Un día el Imperio decidió que los bárbaros
eran una amenaza a su integridad»
J.M. Goetzee
¿Por qué tiemblas?, si está calma la tarde
transparente,
alumbrada por Dios para tus ojos.
Los almendros derraman su perfume.
y aún hay vino en tu copa,
de la cepa más vieja y soleada,
que mimaron los siervos de tu hacienda
porque es para tu labios.
Si el dolor de los hombres ha quedado
detrás de la muralla que te guarda
para que no lastime tu tierno corazón, di,
¿por qué te tiemblas
y haces bailar el vino de tu copa?,
solo porque han tintineado los cristales
preciosos en la mesa, y a lo lejos
se escucha galopar a mil caballos.
¿Qué te hizo creer el elegido
para gozar lo que de todos era?,
depositario único del rayo
de la belleza estremecedora..
Qué delicado pétalo en la retina tienes,
solamente por rico, que la naturaleza
no les diera a los hijos de nadie,
que te hace percibir, clarividente,
la última pincelada de la mano del genio
-temblaba, como tú tiemblas ahora,
al oír el galope de la muerte-.
Has pisado las huellas de los grandes guerreros,
de poetas que alumbraron el mundo
con sus palabras de oro.
¿Afinaste en el viaje tu mirada miope
en los ojos de hombres desgraciados?
¿Qué amor desmesurado o qué dolor avalan
tu paso por la tierra? -Ella se fue con otro,
ni un polvo de tu viaje que dejara memoria-.
Volviste convencido que el hermoso escenario
fue diseñado sólo para ti, un regalo
de boda de ese Dios generoso con los tuyos.
¿Qué prodigio atesoras, niño de porcelana,
que no sea pagado con la sangre del pobre?
Mas no temas, los bárbaros no vienen
siempre estuvieron dentro: sois vosotros.
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