Tenemos el honor de presentaros a un poeta argentino que conocimos en nuestra taller de poesia. Para todos aquellos que quieren conocer más acerca de este gran autor y de su obra, recomendamos la revista Poesía más Poesía, Número 106.
POEMAS ROBERTO JUARROZ PRESENTACIÓN
Poeta de lo concreto.
Roberto Juarroz define la vida con palabras que muestran la realidad
diáfana como la nieve cayendo lenta
sobre las hojas perennes,
sutil señalamiento.
Versos que despistan a la razón para acercarte a la verdad.
Ideas desbridadas de lo cotidiano y puestas al sol de lo sagrado.
Muestra el sentido de la vida
como quién elije el traje para un funeral,
sin sufrimiento.
Para Roberto Juarroz no hay palabras inefables,
todas se materializan sin extrañamiento.
Poeta vertical del suelo al cielo,
encarna el alma y humaniza a Dios.
Nada de abalorios ni recursos rebuscados,
poesía sin esfuerzos ,
gacela recién nacida.
Poesía compacta e imprescindible,
aprovechable también en los silencios.
Poesía que enfoca a Mallarmé e
ilumina a Baudelaire.
Permaneciendo todas las palabras
hasta las borradas.
Un descubrimiento Roberto Juarroz,
para la biblioteca de los poetas necesarios.
Mónica Herrero
SOBRE ROBERTO JUARROZ
Poesía vertical, un suelo sólido de palabras vaporosas, donde nada está hecho de antemano, ni pretende convertirse en dicho, campo poético vertical que hay que pisar fuerte como el primer hombre que se enfrenta a su origen y a su ser, y hay que abandonarlo igual, en vertical, sin construir grandes monumentos ni quedarse ahí encerrado en verdades.
El poeta Roberto Juarroz se ha dedicado a vivir sus propias visiones con radical consistencia y con la profunda convicción de que toda vida es sólo un amago, el anuncio o comienzo de un gesto y así, su poesía vertical hay que leerla como una realidad que el poeta quería que esté y que solo por eso está. Ahí podemos estar nosotros y aprender de su permanencia, porque es a ella a la que el poeta debe los trozitos de realidad que escribe (siempre en posición vertical).
El poeta argentino inspirado por grandes filósofos que terminaron estudiando a los poetas, quiere superar a la filosofía o mejor dicho salvar su ingenuidad inicial y volver a recuperar el lugar de donde nacen las preguntas. Sin teorías ni conceptos, sin historia ni verosimilitudes. No hay realidad de antemano ni hay que buscar ninguna realidad estática. La realidad se crea cuando el lector, igual al poeta en el momento de creación, entrega su vida para ser algo más.
Poco se sabe sobre su biografía, porque cuando habla y cuando crea, deja de lado todo lo personal, todo lo predeterminado, para hablar solamente sobre el primer término de la metáfora, aquel primer término de la metáfora incompleta de la cual el mundo es el segundo término. Por insistir en su silencio personal, algo se anuncia, algo se lee, algo está para nombrar. Es creador de contradicciones, inhibiciones, olvidos: reflejos que la mente racional no puede captar.
Este autor se entregó a la maduración necesaria, al tiempo de las cosas, no a ninguna eficacia de mercado, ni a la producción en masa. No buscó nunca el brillo único de un diamante pulido para la venta fácil y comercial, sino la entrega total al subsuelo, al silencio si es necesario, todo, para quedarse con la cosa, con la cuestión metafísica, filosófica, que nunca ha de ser decorada ni disfrazada con palabras presuntuosas, ni ha de ser hallada ni dada por concluida. No pretende seguir a la moda, la huye decididamente, por lo que tampoco busca nuestro aplauso ni nuestro juicio crítico. Todo su trabajo está puesto en esa entrega decidida, ese profundo entendimiento del arte poético como un saber hacer que no hay que dejar de hacer para así, sin desviaciones por modas o aplausos, ir madurando. Por eso todos sus libros mantienen el mismo título al que solo le añade el número. Porque Roberto Juarroz supone la poesía como una forma de pensamiento que solo se logra mediante la permanencia y la profundización paso a paso.
Así recomiendo al lector que lea a este gran trabajador. No buscando EL poema definitivo, el núcleo, no cometiendo el error de quedarse con un verso ya para siempre, sino al contrario, entregándose junto al autor a ese tiempo irrepetible del acontecimiento, el momento de la pregunta, porque es ahí donde algo queda plasmado y se libera. Así es como podemos hallar el movimiento, la maduración natural que no debe ser detenida ni por gustos individuales, ni por cuestiones de sentimentalidad, ni por datos biográficos. En vertical, andando, no hacia las alturas, sino hacia la permanencia.
Laura Trat