DESPUÉS DEL VIAJE
Miro las pequeñas olas
en un Atlántico revuelto
que no conozco hoy,
furioso
distante
futuro destripado
palpitando en sangre viva.
El barco deja
a cada costado de su proa
largas lágrimas desgarradas.
Miro largamente las aguas.
Están negras
profundas como el ojo de un volcán.
Pasa flotando una gorra
una gorra en mitad de la bestia
que podría ser la de Neruda
pero, ¿aquí se hundió?
Miro largamente y vuelvo a mirar
las líneas finas que trazamos
en nuestro largo viaje desequipado.
El tesoro que en un principio estaba
ahora está en la tripa
de algún animal salvaje
que se lo llevó consigo
junto al plancton fosforescente.
Aquí todos hacemos lo mismo
también nosotros,
marineros sin esposas,
pasamos los dedos callosos
por las aguas saladas
para llevarnos algún tesoro,
pedacitos de órganos vivos,
que se pegan a nuestra piel.
En la luz del sol brillan las partículas.
Miro hacia atrás, lejos,
me parece ver flotar pasivamente
la gorra de Neruda
que ahora me hubiera gustado pescar.
El barco sigue avanzando sin piedad
como leyendo en voz alta
como recitando desnudo
un libro de cálculos
ante un público acomodado
en celdas individuales.
Tengo que esforzarme
para no quedarme dormida
y ahí atrás
en el ojo negro del volcán atlántico
está la gorra de Neruda
esperándome.
Laura Trat
DESPUÉS DEL VIAJE
Tiempo atigmático,
no acerques tanto las alas,
haré un huequito en mis manos
para no romperme en llamas.
Impregnada del ocio de los mangos,
que maduran en tu casa,
con domingos de palacio,
de puentes de plata el lunes.
Cuarto de estar,
con ausencias descosidas,
y mientras bajo a la playa
recupero conjeturas.
Trazo lineas desde tu cuerpo
a la orilla,
delimito los compases,
para ocultar sospechas.
Trilogía de actuaciones,
en busca de algún deseo,
que se atrinchera en
tiempo de vacaciones.
Con los sentidos orientados
en lugares fuera del mapa,
los sueños se derraman por la mesa
la página sin relieve,
esmerilada e intacta.
Saliendo de la razón
con los pies en el suelo,
comulgando con preceptos
camuflados con anhelos.
Mónica Herrero
DESPUÉS DEL VIAJE
Después del viaje y justo tras un año, las volví a ver, a estar con ellas,
a dos de mis amigas poetas…
de forma presencial… ¡ahh, qué diferencia al on line!, ¡qué diferencia!
¡Fue bonito el encuentro, los encuentros, o debería decir los reencuentros!
Más tras este viaje… les esperaba mi casa, la cual no conocían, sino a través
de breves trazos que nos proporciona el zoom, que no es tangible, que es engañoso, creo yo.
Pero… a mis amigas poetas les encantó nuestra casa, nuestro hogar,
Incluso una llegó a decir:
¡Esta cocina la conozco yo, he soñado con ella!
¡Se puede decir mejor un piropo!,
Pues sí, se puede decir, al menos igual.
Mi otra amiga poeta… al ver su habitación exclamó ¡oh, parece una habitación de cuento de hadas…!
Todos estuvimos felices, los cuatro y el perrito.
Los desayunos eran largos, dulces, con la mejor compañía y las mejores aún, conversaciones,
¡Qué importante es la buena comunicación, hablar, dialogar, respetar,
Ahh! Que desayunos tan bonitos…
Y las cenas no eran peores, a lo mejor, incluso mejores, pues eran más largas, más vitamínicas,
y, por ende, más entrañables.
Las salidas, los paseos, los viajes… ¡muy divertidos!
a donde íbamos, a quienes veíamos, todo muy muy interesante.
La música, el tango, el salero de Andalucía… y su cariño…
Después del viaje, de la magnífica convivencia, y su bonita experiencia,
Llegó el momento de la partida, que no del fin.
Y aquí seguimos, viéndonos en zoom y comunicándonos ya de otra manera…
Después del viaje las quiero más, todavía…
María Jesús Bartolomé