Tenemos siglos de inercia
Arqueando la espalda
para olfatear la tierra,
rascándonos las maniobras,
que nos traerán progreso,
simios de madres humanas.
Escondidos en derruidos edificios,
saboteados por nuestras pertenencias,
la ropa pegada al cuerpo,
para mudar con el siglo.
En los espejos acuosos,
de vidrieras ajenas,
lloraremos vocablos
de delfines entendidos.
Langostas extraterrestres
nos pasearan necios,
domésticos y artificiales.
Las horas caerán
con las luces azules,
y las almas
cambiaran por
las malas.
Articulemos anticuerpos,
que se alojen en las pausas,
salgamos ilesos
de nuestras propias venganzas.
Y ya después,seremos
hipérboles de balanza!!
Mónica Herrero
Tenemos siglos de inercia
Jóvenes bajo mantas
a la espera de salir
como el preso aquél que, sin querer
en un día de inundación,
fue enviado al barranco a salvar vidas
y se escapó,
sin querer.
Fue llevado por la creciente corriente
y no logró llegar a aquellos pobres naufragios,
ni logró darse la vuelta,
fue arrastrado.
No logró volver enseguida
pero nunca pensó en escaparse de verdad.
A partir de aquel día
hizo todo lo que hizo
para volver a la carcel
en la que estaba inscrito.
Tenemos jóvenes
como presos
que prefieren la cárcel,
su dulce hogar,
que si un día se los lleva el río
no tienen voluntad para empezar.
Sienten cosquillas y una alegría dolorosa,
se sienten vivos
cuando se ven solos
pero no aguantan la tensión
necesitan su destino
necesitan querer
necesitan moral y necesitan su fe
por eso cargan con su deuda
la arrastran y la cuidan.
Necesitan ganar el dinero por algo,
necesitan dejar su piel por alguien,
que es siempre el mismo.
Los jóvenes hacen tratos
experimentan júbilo
con su primer dinero.
Pero el dinero que ganan
se los gastan en el billete de vuelta.
Tenemos jóvenes como presos
que aman a su dueño
y más aún a su condena
y cuando sienten el aire libre
y notan sus manos labrando,
piensan en volver.
Cuando sin querer sienten el cielo nocturno,
libre, salvaje
cuando se hacen socios
y comen en la cabaña de algún obrero,
sus mentes siguen condenadas
y no saben no serlo.
No saben alzar su voluntad
y hacer frente al río
dejarlo pasar sin embarcarse.
No saben reírse de él
y hacer nuevos planes
solo saben regresar y pagar sus deudas.
Si a nuestros jóvenes se les llevara el río
en un día de inundación
y se escaparan sin querer
ojalá no volviesen
como aquel preso volvió
que no supo vivir sin su condena.
Si a nuestros jóvenes se les llevara el río
en un día de inundación
y se escaparan sin querer
ojalá supiesen reírse de todas sus deudas
escupir sobre sus condenas
y empezar algo nuevo.
Laura Trat
Tenemos siglos de inercia
Es verdad, muy cierto,
tenemos siglos de inercia,
ella está en toda nuestra cruda naturaleza.
Forma pate de nuestra vida, casi diría que
es consustancial a ella, a la vida.
Nos cuesta reconocerlo, verlo, todo nos cuesta demasiado…
¡Cómo no tener siglos de inercia!
Si nos hacen muy pesada la vida,
muy difícil la actividad. Nos ponen frenos,
al amor, al deseo, a la vida, a la fraternidad,
a la amistad, a la ciencia, a la verdad,
al saber, a la cultura…
Si, es verdad, tenemos siglos de inercia.
María Jesús Bartolomé