Selección de poemas destacados 2023.09.28

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A estas alturas de inicio de la nueva temporada, leímos a varios poetas y poemas que nos hablan sobre el deber-hacer del poeta. Siempre recomendamos la revista «Poesia más Poesia» para disfrutar de una gran y ciudadosa selección de poetas, cuyas obras y vidas nos acercan a un saber transformador.

BÚSQUEDA DE POESÍA

No hagas versos sobre los acontecimientos.
No hay creación ni muerte frente a la poesía.
Ante ella la vida es un sol estático,
no calienta ni ilumina.
Las afinidades, los aniversarios,
los incidentes personales no cuentan.
No hagas poesía con el cuerpo,
ese excelente, completo y cómodo cuerpo,
tan expuesto a la efusión lírica.
Tu gota de hiel, tu careta de gozo o de dolor en lo oscuro
son diferentes.
No me reveles tus sentimientos,
que se sobreponen al equívoco e intentan el largo viaje.
Lo que piensas y sientes, eso aún no es poesía.
No cantes tu ciudad, déjala en paz.
El canto no es el movimiento de las máquinas
ni el secreto de las cosas.
No es música oída al pasar,
rumor del mar en las calles junto a la línea de espuma.
El canto no es la naturaleza
ni los hombres en sociedad.
Para él lluvia y noche, fatiga y esperanza nada significan.
La poesía —no saques poesía de las cosas—
elude sujeto y objeto.
No dramatices, no invoques,
no indagues. No pierdas tiempo en mentir.
No te aborrezcas.
Tu yate de marfil, tu zapato de diamante,
tus mazurcas y supersticiones, tus esqueletos de familia
desaparecen en la curva del tiempo, es algo imprestable.
No arregles
tu sepultura y melancólica infancia.
No osciles entre el espejo y
la memoria que se disipa.
Si se disipó, no era poesía.
Si se partió, no era cristal.
Penetra sordamente en el reino de las palabras.
Allá están los poemas que esperan ser escritos.
Están paralizados, pero no hay desesperación,
hay calma y frescura en la superficie intacta.
Helos allí, solos, en estado de diccionario.
Convive con tus poemas antes de escribirlos.
Tenles paciencia si son oscuros. Calma, si te provocan.
Espera a que cada uno se realice y consuma
con su poder de palabra
y su poder de silencio.
No fuerces el poema a desprenderse del limbo.
No tomes del suelo el poema que se perdió.
No adules al poema. Acéptalo,
como él acepta su forma definitiva y concentrada
en el espacio.
Acércate más y contempla a las palabras.
Cada una tiene mil caras secretas bajo la cara neutra
y te pregunta, sin interés en la respuesta,
pobre o terrible que le des:
¿Trajiste la llave?
Reposa:
desiertas de melodía y concepto,
se refugian en la noche las palabras.
Todavía húmedas e impregnadas de sueño,
ruedan en un río difícil y se transforman en desprecio.

Carlos Drummond de Andrade


INSOMNIO

Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres
(según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este
nicho en que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los
perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando
como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la
ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole
por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta
ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente
en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches?

Dámaso Alonso


Marco Aurelio, Roma 121

Aunque fueras a vivir tres mil años y otras tantas veces diez mil, recuerda, sin embargo, que nadie pierde otra vida que ésta que vive, y no vive otra que la que pierde. De manera que a lo mismo viene a parar lo más largo y lo más corto. Pues el presente es igual para todos, y, por tanto, igual lo que pierde, y lo que se abandona está claro que es tan breve… Porque ni el pasado ni el futuro podría nadie perderlo. Porque de lo que no se tiene ¿cómo podría uno desprenderse? Acuérdate siempre, pues, de estas dos cosas: una, que todas las cosas son desde la eternidad de igual aspecto, que se repiten cíclicamente, y que en nada difiere que uno las vea durante cien años, doscientos o un tiempo infinito; la otra, que tanto el que vive muchísimo tiempo como el que ha de morir rápidamente, sufren la misma pérdida. Pues es el presente sólo del que se va a ver privado, puesto que sólo tiene éste, y lo que uno no tiene, no lo pierde.

Marco Aurelio

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