Poemas destacados 2023.10.01

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En nuestro taller de poesía, exploramos la riqueza y la diversidad del arte de escribir poesía.

Leemos a los más grandes poetas de la literatura universal, y aprendemos sobre las diferentes formas y estilos de la poesía.

Cada semana creamos oportunidades para producir nuestros propios poemas, y recibimos el feedback de nuestras compañeras y maestra Helena Trujillo Luque, poeta y Psicoanalista de la Escuela de Poesía y Psicoanálisis Grupo Cero de Madrid.

Si quieres descubrir tu propio potencial creativo, te invitamos a inscribirte y ser parte de nuestro taller de poesía.

A continuación encontrarás algunos de los poemas y escritores que leímos en la clase de este pasado sábado.

BÚSQUEDA DE POESÍA

No hagas versos sobre los acontecimientos.
No hay creación ni muerte frente a la poesía.
Ante ella la vida es un sol estático,
no calienta ni ilumina.
Las afinidades, los aniversarios,
los incidentes personales no cuentan.
No hagas poesía con el cuerpo,
ese excelente, completo y cómodo cuerpo,
tan expuesto a la efusión lírica.
Tu gota de hiel, tu careta de gozo o de dolor en lo oscuro
son diferentes.
No me reveles tus sentimientos,
que se sobreponen al equívoco e intentan el largo viaje.
Lo que piensas y sientes, eso aún no es poesía.
No cantes tu ciudad, déjala en paz.
El canto no es el movimiento de las máquinas
ni el secreto de las cosas.
No es música oída al pasar,
rumor del mar en las calles junto a la línea de espuma.
El canto no es la naturaleza
ni los hombres en sociedad.
Para él lluvia y noche, fatiga y esperanza nada significan.
La poesía —no saques poesía de las cosas—
elude sujeto y objeto.
No dramatices, no invoques,
no indagues. No pierdas tiempo en mentir.
No te aborrezcas.

Tu yate de marfil, tu zapato de diamante,
tus mazurcas y supersticiones, tus esqueletos de familia
desaparecen en la curva del tiempo, es algo imprestable.
No arregles
tu sepultura y melancólica infancia.
No osciles entre el espejo y
la memoria que se disipa.
Si se disipó, no era poesía.
Si se partió, no era cristal.
Penetra sordamente en el reino de las palabras.
Allá están los poemas que esperan ser escritos.
Están paralizados, pero no hay desesperación,
hay calma y frescura en la superficie intacta.
Helos allí, solos, en estado de diccionario.
Convive con tus poemas antes de escribirlos.
Tenles paciencia si son oscuros. Calma, si te provocan.
Espera a que cada uno se realice y consuma
con su poder de palabra
y su poder de silencio.
No fuerces el poema a desprenderse del limbo.
No tomes del suelo el poema que se perdió.
No adules al poema. Acéptalo,
como él acepta su forma definitiva y concentrada
en el espacio.
Acércate más y contempla a las palabras.
Cada una tiene mil caras secretas bajo la cara neutra
y te pregunta, sin interés en la respuesta,
pobre o terrible que le des:
¿Trajiste la llave?
Reposa:
desiertas de melodía y concepto,
se refugian en la noche las palabras.

Todavía húmedas e impregnadas de sueño,
ruedan en un río difícil y se transforman en desprecio.

Carlos Drummond de Andrade

LO DIGO ANTES DE QUE ME LO PREGUNTEN

El hombre actual sólo desea
tener un arma
más poderosa que el enemigo.
El hombre actual quiere ser Dios
más no consigue tanto.

Para imponer el bien utiliza el mal,
todo lo perverso, los asesinatos.

Para imponer el bien olvida la belleza
y con la libertad hace una bandera
para luchar contra la libertad.

Vivo un poco impresionado
y, sin ser pesimista, puedo asegurar
que el hombre ya no puede dormir,
lo persiguen aviones incendiarios,
mapas extravagantes de ciudades
secretamente ocultas en la piedra.

Lo persigue el aliento de un tigre,
debajo de las sábanas, en el aire.

Lo persigue su odio, el odio de las víctimas
y no puede dormir porque en las noches,
el odio de los asesinos lo persigue.

Y nunca está tranquilo
ni cuando come, ni cuando vomita.

A veces está tranquilo con su amada,
atravesando el domingo en sobremesa
y desde la televisión, previo consenso,
le envían un misil súper-inteligente
que sólo mata niños jugando en la vereda
o madres distraídas en el supermercado
o a los pobres ancianos en la silla de ruedas.

Miguel Oscar Menassa

LOS POETAS

¿Los poetas, preguntas?

Yo vi una flor quebrada
por la brisa. El clamor
silencioso de pétalos
cayendo arruinados
de sus perfectos sueños.
¡Vasto amor sin delirio
bajo la luz volante,
mientras los ojos miran
un temblor de palomas
que una asunción inscriben!
Yo vi, yo vi otras alas.
Vastas alas dolidas.
Ángeles desterrados
de su celeste origen
en la tierra dormían
su paraíso excelso.
Inmensos sueños duros
todavía vigentes
se adivinaban sólidos

en su frente blanquísima.
¿Quién miró aquellos mundos,
isla feraz de un sueño,
pureza diamantina
donde el amor combate?
¿Quién vio nubes volando,
brazos largos, las flores,
las caricias, la noche
bajo los pies, la luna
como un seno pulsando?
Ángeles sin descanso
tiñen sus alas lúcidas
de un rubor sin crepúsculo
entre los valles verdes.
Un amor, mediodía,
vertical se desploma
permanente en los hombros
desnudos del amante.
Las muchachas son ríos
felices; sus espumas
-manos continuas- atan
a los cuellos las flores
de una luz suspirada
entre hermosas palabras.

Los besos, los latidos,
las aves silenciosas,
todo está allá, en los senos
secretísimos, duros,
que sorprenden continuos
a unos labios eternos.
¡Qué tierno acento impera
en los bosques sin sombras,
donde las suaves pieles,
la gacela sin nombre,
un venado dulcísimo,
levanta su respuesta
sobre su frente al día!
¡Oh, misterio del aire
que se enreda en los bultos
inexplicablemente,
como espuma sin dueño!
Ángeles misteriosos,
humano ardor, erigen
cúpulas pensativas
sobre las frescas ondas.
Sus alas laboriosas
mueven un viento esquivo,
que abajo roza frentes

amorosas del aire.
Y la tierra sustenta
pies desnudos, columnas
que el amor ensalzara,
templos de dicha fértil,
que la luna revela.
Cuerpos, almas o luces
repentinas, que cantan
cerca del mar, en liras
casi celestes, solas.

¿Quién vio ese mundo sólido,
quién batió con sus plumas
ese viento radiante
que en unos labios muere
dando vida a los hombres?
¿Qué legión misteriosa,
ángeles en destierro,
continuamente llega,
invisible a los ojos?
No, no preguntes; calla.
La ciudad, sus espejos,
su voz blanca, su fría
crueldad sin sepulcro,

desconoce esas alas.

Tú preguntas, preguntas…

Vicente Aleixandre

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