Esta semana, hicimos un viaje a Irak, y comocimos a un maravilloso poeta llamado Badr Shakir Al Sayyab. A continuación compartimos algunos de sus bellos poemas.
LLÉVAME
Llévame a volar por los confines del cielo
en una nube sedienta de cantos, de risas.
Llévame. Las rocas de la desolación
atan mi espíritu al fondo de un mar
que no conoce el reposo.
Llévame a ser luz en tus tinieblas
y no me abandones a la noche de los desiertos.
Si no quieres ser para mi fuego
leña, sé mi incendio.
Si quieres liberarte de mis ataduras
no me dejes libre.
Llévame hasta tu pecho, oprimido
por las penas de los años.
Llévame. Triste vivo…
No me dejes en el camino, solo
vagando hacia lo desconocido.
Mis caminos eran hilos de nostalgia
de pasión, de amor
por mi hogar en Iraq,
sus ventanas iluminan la noche de mi corazón,
por mi esposa, albergue de mi felicidad,
mi firmamento,
sus astros trazan el camino, mi camino.
Al agitarlo los vientos del Simun
dispersan en hilos aquellos lejanos caminos,
sus Astros, todos, se tornan tizones
a los que me crucifican
se tornan clavos de mi ataúd,
y mis caminos se vuelven uno,
cuando lo sigo me lleva a ti
como pie que rige el poema.
¡Oh boca, mi corazón gime por ti!
Camino que me guía a ti.
No sabes cómo te anhelé ayer.
Sin cesar olía tu abrigo cual preso
de regreso al hogar
olisqueara las paredes.
Aquí está su pecho
su corazón palpita de deseo,
su pasión cosquillea
su pasión enciende una nube a la deriva
hacia la tierra del amado:
Humedecerá sus rincones
con la miel de su rocío.
Ayer te extrañé tanto.
Besé los puños de tu abrigo,
aquí están sus brazos,
aquí su axila, cueva de mi fantasía,
puerto de mi boca
al que vientos suplicantes arrastran,
al que la marea de una incesante
pasión hace rodar,
donde la pregunta titubea:
¿Me amas? ¿Te sonrojas?
¿Se agota tu desbordante pasión
quedando tan sólo la sonrisa del lamento?
¿Te compadeces de mí o de tu corazón
que se quiebra bajo la luz
alzada en la roca del orgullo?
El ladrar de los perros,
disperso entre murmullos de palmeras,
despierta en mi corazón viejos recuerdos
y ata los latidos de mi corazón
a la tierra de Iraq. Escucho: “Papá”
Mi amor se apaga,
el fuego de la pasión se enfría.
Recorro la senda con mis pasos sellada,
la luz se congeló en las ventanas de mi hogar:
De él salí y a él regresé.
Beirut 3-7-1962
EL POETA MALDITO
A Charles Baudelaire
Llevas a la lucha tu espada oxidada,
se agita en una mano que casi abrasa al cielo
por su sangre inflamada e iluminada,
queriendo desgarrar al aire.
Reúnes a las mujeres
en una mujer cuyos labios son sangre sobre hielo
y su cuerpo engañoso y necio
es una víbora caminando, almohada sobre el lecho…
No quieres
abrir los tragaluces para que entre la luz,
para no sentir que es vida.
Oriente alza ante tus ojos los velos,
casi abrazas la belleza junto al trono de Dios,
casi la ves
relucir en una nube de fragancia y luz.
La ves en el pezón de un seno que enciende las estrellas
con su rojez…
La muestras saliendo
de una tumba, la arrastra la nube de humo,
a su sombra pobre fugitiva duerme
un príncipe rodeado de copas y esclavas,
su grandiosa morada en ruinas
es una de las islas del coral,
mar que purifica a Lesbos con salobre.
Tu espíritu lo bebe desde el eco al abismo
cual si Safo te heredara un fuego en las venas,
y tú no abrazaras sino tu eterno sueño
como quien abraza su espectro asomado a un cristal.
¡Fuego de Narciso, Tántalo y los frutos!
Se diría que la indolente y lánguida África
(sus ríos caudaloros, los atabales,
sus espesos bosques de sombras y lluvia,
su húmeda sequía… la luna)
se envolviera en una mujer que perdió el honor,
y mamaras de ella veneno y llamas,
y sobre ella gotearas tu estraña pócima…
Se diría que desde la nube de humo y noche
te alzaras, entre un mundo que tensan los latidos del oro
y un mundo de imaginación y pensamientos,
desde un muro de embriaguez,
tras su sombra te acurrucas sin que te hiera la humanidad.
Entré por tu pecaminoso libro
al huerto de la sangre que arde con las flores,
bebí el néctar de sus letras,
senos de una loba en las estepas,
su leche es furia
y su sombra fecundidad.
Me sumergí, las olas me golpeaban
arrojándome de una orilla a otra vieja orilla.
Llevé desde su abismo la madreperla del castigo
te la llevo a ti.
¡Tiéndeme las manos!
¡Aparta las rocas y la tierra!
Basora, 24-3-1962.
PORQUE SOY UN EXTRAÑO
Porque soy un extraño
porque el amado Iraq
está lejos y yo tengo nostalgia
de él, a él… le grito: “Iraq!”.
Al llamarlo regresan a mí sollozos
que el eco desgarra.
Siento que he atravesado el horizonte
hacia el mundo de la muerte que no contesta
a mi llamada.
Si agito las ramas
no cae sino muerte:
piedras,
piedras y no frutos,
incluso las fuentes
son piedras, incluso el aire húmedo,
piedras que un poco de sangre humedece.
Piedras es mi voz, rocas es mi boca
mis pies, un viento que surca los desiertos.
Beirut, 15-4-1962
Del Poemario – El templo sumergido- 1962
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¡Buena lectura!