Yo también fui gondolera 16.04.2023

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YO TAMBIÉN FUI GONDOLERA

Yo también fui gondolera
cuando el mar se encrespa.
Me resguardaba de la furia,
del solemne océano con sus
bravas costumbres de izarse
a tantos metros de mi superficie de aldea
y vi la calma en mi destreza para navegar
abandonando la fiebre de la arena plegable
adherida a mi espalda, y vi también
mirarse a los amantes
cuando se escuchan sin ruidos
cultivando versos y son como las chispas
que salen de las piedras al frotarse
imaginando el crecimiento de la hierba.

Fui el dulcificante paseo
de los viajeros, sin naufragios,
sin ruedas, ni asfalto petrificado,
oyente de un deslizar de quilla
con las puertas abiertas,
con tejado de estrellas fugaces.
Yo fui gondolera de un movedizo aparato
que deja huella por un cielo roto
y su quietud de perla
cuando todo es efímero.

Roberta la vecina

YO TAMBIÉN FUI GONDOLERA

Llevé muchos años esa góndola,
pequeño barquito
que a cada instante naufragaba,
viraba hacia la nada.

Quisiera ser albatros
elevarme y atisbar el cielo.
Entender el idioma de los árboles
y los pájaros, hablar con los gorriones anochecidos.

¡Tantas cosas quisiera!
¡No hay que calmar el hambre nunca!
Eso me enseñó la poesía

Me enseñó que no hay amor sin odio,
ni amistad sin envidia.
Me proveyó de los aperos de trabajo,
construí mi góndola más etérea
con cielos verdes y océanos de naranja brillante.

Cuando acechan la angustia y la culpa,
patrimonio psíquico,patrimonio humano,
la góndola hace un viraje,
las alas del albatros portan los remos.

Las aguas profundas y calmas esperan
para continuar el viaje.

La verde Rosita

YO TAMBIÉN FUI GONDOLERA

Yo también fui gondolera
atravesé canales
viejos viajeros
diurnos y nocturnos,
con fantasmas
atravesé las tinieblas.

Serpientes marinas
emergían de lo profundo
intentando hundir mi barca.

Soñé
y me convertí en libélula
desplegué mis alas
aprendí a volar
horizontes de palabras
cantan para mi.

Despiertan mi deseo de volar
debajo la bóveda azul
atravesando su reflejo en los mares
descubro una libertad
desconocida.

La Pura

YO TAMBIÉN FUI GONDOLERA

Ella había tomado el tren
Desde su ciudad natal
(Misma que le parecía desconocida)
Rumbo a Venecia.

Los turistas iban y venían
Diferentes idiomas,
Todos con un lenguaje universal
«La Sonrisa».
Aquella mujer no era una turista
Ella había decidido
justo a esa edad
Que todo debía recomenzar.

Nadie la esperaba en Venecia.
Cualquier conversación
Podría ser el inicio de una nueva amistad.
Y ahí estaba esa mirada tan necesaria
Esa sonrisa ese que tal?
Que había llegado a buscar
Por que…
Qué cosa es un lugar, si no su gente?

Su góndola, la esperaba.
Conducía un hombre
De apariencia delicada, espalda angosta.
Capaz de conversar de cualquier cosa.

Ella le dijo:
Me hubiese gustado
Que una gondolera fuera la conductora.
Él sonrió.
«Lamento defraudarla
Mi respetable dama».

Así iniciaba una conversación
Que se convertiría en una gran amistad
Un conocer Venecia,
Su historia, su modo de vivir.
Èl, abrió su corazón con ella.
Ambos habían sentido
En sus vidas
Aquel quiebre cuando la única salvación
Es zarpar.

Él nunca se había sentido mujer
Le reclamaba al espejo
Lo que nunca pudo ver.
Se vistió de pantalones,
Tomó fuerza varonil
Y dijo que no
A aquel regalo de la naturaleza y sus diferencias.

Ella, tranquilamente
Escuchaba aquella confesión.
Mientras en el fondo de sus entrañas
Encontraba muchas respuestas.
Ese día decidió
Quedarse en su paraíso,
Donde disfrutaría de sus amaneceres
De sus crepúsculos.
Sin preguntarse nada
Sin certidumbres.
Ese sería el gran misterio.
Lo había descubierto.

Vivir para ella
Sería desde ese momento
Su único y verdadero tesoro.

La Hindú

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