SUEÑO DE MEDIO DÍA
Una ventana abierta,
Un sueño de medio día.
Los párpados se parecen
A esas ventanas, abiertas.
Mientras las ilusiones
Se desmoronan,
Como aquella ciudad en ruinas
Por la falta de amor.
En la oreja
Un arete colgante, canta:
Si la luna suave se desliza
Por cualquier cornisa…
Quien es el perseguidor en esta ciudad
De buganvilias
Y cielo con estrellas?
Aquellos ojos dilatados
Surgen de pronto
Como el océano pacífico.
Apunta con su mirada al perseguidor
Abre la puerta
Y deja pasar la luz.
En el pórtico empieza a florecer la vid
y la alegría, cual uvas en flor.
La hindú
SUEÑO DE MEDIODÍA
Da lo mismo que sea abril
o que hayan descubierto tres volcanes esta noche,
que la guerra sea intensa entre nosotras
da lo mismo que tu boca ya sea de otra boca…
cuando llega el mediodía,
no soy más que la feliz boca del almuerzo
entregada a sus euforias cotidianas,
el carro de la compra, la sartén, el fuego…
la idea es abstraerme en la cocina con mis platos preferidos.
Aún es jóven el día,
siento mi desnudez de Eva
cuando llevo a mi boca
ese condimento que se hace fiesta
e inunda mis papilas de pirotecnia,
te miro con la intensidad de lo que
trafica con mi lengua,
persigo la sombra de tu mano
cuando se aleja de mi boca para
alcanzar el celestre reflejo del agua
que se vertió en mi cuna de abstractos encajes
sobresaltado por la escena.
Y yo, sembrando el pan para la noche,
el aliento para el siguiente mediodía.
Ausculto al miedo, su pecho prepotente,
su vientre de espuma silvestre
que se diluye antes del sueño
en la hermosa savia del abedúl,
derrama en la palma de mi mano su dulzor,
creyendo ser el guiño del manzano,
ofreciéndose para la tarta de cumpleaños
que ahora, también, endulza los horas intermedias,
con la misma intensidad de un amor adolescente
a mediodia.
Roberta la vecina
SUEÑO DE MEDIO DÍA
«Quien ha visto vaciarse todo, casi sabe de qué se llena todo.»
Antonio Porchia
Sueño de medio día
cultivo de palabras y pensamientos fugases
ecos o encuentros
fantasmas de pasado.
Perfume de primavera
sublime viento golpeando mi rostro
Te veo o te escucho con olvido
donde las sombras y sus gritos se anidan
clamando salvación.
Tomaré mis alas
las ataré a mis espalda
volaré al encuentro de otros sueños
los haré realidad.
La Pura
En la clase del pasado sábado guiadas por nuestra maestra Helena Trujillo Luque, hemos realizado un ejercicio, basandonos en imagenes mostradas por ella, pertenecientes al Poeta y fotografo japones KANSUKE YAMAMOTO y queremos compartir con ustedes.
Este ejercicio lleva por nombre: Encuento con Kansuke Yamamoto
ENCUENTRO CON KANSUKE YAMAMOTO
Una mujer que toma el sol de espaldas
mirada desde la lejanía por un hombre
con el ojo fuera de su órbita
rompe el 31 del calendario
y lo mete en un cajón.
Su pecho de nube
en papeletas de sombrero
en la ventana con rejas
serpentea en la arena
con silueta velera.
Insinuación de cremallera
o calzón iluminado
ocultando su deformidad artística
con zapatos
de un nostálgico olvido
como si la jaula de las ciudades
tuviera una cortina para las
ruinas alambradas y los desastres
de la timidez.
Son culos anudados
al mirar el ocaso
en brazos de una camelia
con su chaqueta pinzada
y los clavos de una escultura carnal
formando una A en la pared
como si al alcanzar la antena
de calabaza trapeada
escuchase el asombro de la noticia
en su mirar discreto.
¡Oh, esa mancha detrás del árbol imaginado!
Roberta la vecina
ENCUENTRO CON KANSUKE YAMAMOTO
Orilla de mar,
Refrescar del día.
Las hojas viejas caen al camino
Adornando la huellas de su paso.
El ojo del mundo
Alerta a sus números,
Están en su cabeza
Adornando sus sombreros.
En la ventana
Se quedaron las botellas sin beber,
Fingí que bebía
y conversaba…
La mujer vestía de blanco seda,
Su caballero la besaba, sonriente.
La niña operada casi setenta y cinco veces
Tiene engrapada la espalda.
El hombre solo piensa en las tetas de la mujer
Con la que se acaba de casar.
En la balsita
Nos divertimos.
Mientras en la ciudad enjaulada
El ojo de mar, insiste…
La hindú
ENCUENTRO CON KANSUKE YAMAMOTO
Ojo acusador de la eternidad
oculto en los casilleros,
haz abierto agujeros
te robándote la libertad de gente rota,
sembras en los desiertos de su tímida desnudez
castigo y abandono.
Eres una barca ancestral
un castillo roto
simulando amistad desnuda,
oculto como el culo,
tu mirada justiciera rompe en fragmentos a los nacidos y predestinas al mal a los que están por nacer,
pinchando sus cuerpos
torturando sus mentes en un paredón cagado de pájaros.
Siembras en sus grietas palabras a de odio
cubiertas por un velo
manteniéndolos cautivos en el abismo.
La Pura