Yo te enseñé a besar 2023.03.16

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YO TE ENSEÑÉ A BESAR

Cayó un beso
a la cama de la adolescente,
lecho del océano que,
un día,
en su noche de boda,
será la joya de la corona
y su lecho antiguo,
el velo salado,
cubrirá los restos
de aquel sueño salvaje.

Por la cama de la adolescente,
tendida en la orilla,
pasó el viento y se acercó a su mejilla.
Los dedos helados
contra el rostro templado
dejaron una eterna
lágrima de despedida.
Igual que la lluvia empaña
el primer resplandor de las yemas
para que no marchiten
antes de tiempo.

El beso cayó
entre sábanas removidas
y miembros sudorosos
por sueños turbulentos
de la joven sin fe.
Se escapó del congelador espacial
como un gemido retumbante
en medio de un juego oculto
haciendo temblar a la juventud,
a impostores y a vagabundos,
navegantes inseguros
que se corrompen en sus intentos solitarios
de combatir la marea.

Entre las sábanas mojadas
y el frío glacial
el cuerpo asustadizo
empieza a echar humo.
Y si el agua echada al aire,
salpicaduras de olas,
estalla como miles de gaviotas
no hay quien se adueñe de ellas
y lo que cae después, plumas y cal,
se esparce en la arena
como la saliva en la almohada.

Lupita


YO TE ENSEÑÉ A BESAR

En tu mano, la calidez de Alicante,
una playa que nunca he pisado,
o las olas en las que nunca me he bañado;
mas el atardecer es corto
y anhelo dejar huellas en ti.

Mientras caminamos a contracorriente,
escuchamos el murmullo del río Liffey;
las farolas de Newbridge iluminan nuestro camino,
pegados uno al otro, temblorosos pero felices.

Me preguntas cómo quitarnos el frío
sin dejar de ser inocentes.
Observo debajo de la nariz
y tu mirada me dice: sí.

Admito tus primeros besos fueron amargos,
como la primera Guinness que probé,
pero con el tiempo se volvieron irresistibles de beber;
me embriagué de ti cada fin de semana.

Fue el invierno más cálido que he sentido,
también fue el más corto que he vivido.
Me encantó ser tu maestro de clases privadas,
mientras jugábamos con nuestras lenguas.

Y cuando menos me lo esperaba,
la lluvia irlandesa cae de sorpresa
y apaga la llama.

Tequila con hojas de tréboles


YO TE ENSEÑÉ A BESAR

Aquel día, abandonados al desborde de los sentidos
…yo te enseñé a besar
De tus ojos, una chispa
De tu piel, calor
Atrás quedó el carnaval de la ciudad
y nos quedamos a solas
Sin edificios ni figurantes
Sin rastro alguno entre aprendiz y maestro
De mi boca, un suspiro
De mi alma, canción
Aquel día, ya se sabía,
que del dulce combate entre nuestros labios
saldríamos victoriosos los dos.

Rubia de bote


YO TE ENSEÑÉ A BESAR

Cuando caía la tarde,
me enseñabas a besar
te llamabas Bolaño, Nothomb o Kerouac
cerraron las bibliotecas
yo te buscaba en un bar
en el cine o en un concierto de jazz.

Quise probar en tu boca
palabras sin pronunciar,
como estrellas en el cielo,
pegadas al paladar.

En tu lengua entiendo todos los idiomas,
conozco todas las culturas,
me paseo sin miedo
por los barrios sin salida,
puedo conquistar la vida.

Amanece un sol oficial,
que me interroga y me mira,
me descubre los defectos,
y se lleva los besos.

Pero me queda la voz ,
que yo te enseñe a besar,
y no se deja cegar.
¡¡Despierta!!!

Soy la pera

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