Seguimos leyendo a Antonio Machado. Esta vez nos llamó la atención su tono nostálgico y en concreto la frecuencia en la que apareció la tarde.
POEMA XXIV (del Camino)
El sol es un globo de fuego,
la luna es un disco morado.
Una blanca paloma se posa
en el alto ciprés centenario.
Los cuadros de mirtos parecen
de marchito velludo empolvado.
¡El jardín y la tarde tranquila!…
Suena el agua en la fuente de mármol.
POEMA XXVIII (del Camino)
Crear fiestas de amores
en nuestro amor pensamos,
quemar nuevos aromas
en montes no pisados,
y guardar el secreto
de nuestros rostros pálidos,
porque en las bacanales de la vida
vacías nuestras copas conservamos,
mientras con eco de cristal y espuma
ríen los zumos de la vid dorados.
Un pájaro escondido entre las ramas
del parque solitario
silba burlón…
Nosotros exprimimos
la penumbra de un sueño en nuestro vaso…
Y algo, que es tierra en nuestra carne, siente la humedad del jardín como un halago