Pero de pronto os levantásteis
(Verso de Vicente Aleixandre)
Pero de pronto os levantásteis
Giraste y ya no estaba aquel rostro
Se esfumaba entre reflejos,
Parecido a la carne.
El humo disipa la visión universal
Y el río en la fuerza de su corriente
Los recuerdos, caricias vacías.
El rocío de la mañana,
tambores de un mundo cercano, desde donde yo te miro.
Silencio por el que se ha ido
Gritos de júbilo para un alma que nace.
La vida no es una,
es dos, es partirse el alma
Con la lágrima del amor perdido
Y el grito de lo resucitado.
De pronto os levantásteis, creedlo!
Arelis Juárez
Encontrar la luna
Encontrar la luna
caminante hambriento
luz
¿quién te hará volver al encuentro
inusitados tropiezos
sino tu deseo?
Conquistador
de estrellas durmientes
perfume radiante de luz de Luna o Sol incandescente
trasmutada sonrisa en la arquitectura de tus labios.
Conquistador intermitente
belleza inflamable
tiernos destellos
saturados
melancolía nocturna.
Comes los corazones rotos
bajo la luz de las estrellas
Oh, ineludible bestia
danza voluptuosa
fuego voraz.
Jeil Parra
Los labios del mundo abriéndose en abanico
Los labios del mundo
se han disparado al infinito
en esta valla al sur de una garganta
incontinente de almas,
jugándose la vida día a día
que como columnas de humo piden clemencia
en húmedo papel decolorado por el oro.
¡Iluminad nuestro laberinto, labios del mundo!
y ocultad a los ojos del caos
minúsculos flashes de tiempo redimidos,
como haciendo breve la inmensidad del opresor.
Tenemos ganas de cantar con vosotros,
lágrima viva, diente de león
sin aurora y crucifijo,
antes de afilar vuestra ternura terrenal,
que los hijos de la Tierra tienen
un ruiseñor dormido.
Izad nuestras dosis escondidas
en esencias Orientales.
Para que nuestras manos vuelen
diseminando violetas por mares,
enamoradas de perlas malgastadas.
Habrá que olvidarse
de un Dios panfletario
que juega a las cifras
y no ve las lágrimas que llenan las vallas
inventadas para hogueras de luna de pomelo
en abanico y su secuencia de letras malogradas.
Mi grito desnudo necesita más voces
negras para el blanco que vomita
fusionando sus párpados rocosos
en las lágrimas de los pueblos.
Mariví Ávila
Una calle oscura al alba
Parar la vida para verte,
se convierte en algo épico.
Contemplar los surcos,
los accidentes y el paisaje de tus ojos;
dilucidar el camino
y saberte cerca.
Detener un segundo la rueda del hámster
para darse cuenta
de que al otro lado del puente
hay un lugar seguro
donde levantar las velas
y navegar en paz.
Mirar el azul profundo,
confundir el cielo con el mar,
compartir la vereda,
-como tantas veces-
con palabras
o silencios.
Compartir.
Se trata de ese abrazo
que conecta los espacios
trazando el recorrido exacto
de un dolor dulce,
de la alegría difícil de nombrar.
Donde las huellas y los sueños
se entrecruzan.
El viaje es redentor
en la sonrisa que acompaña;
un jardín por labrar
con herramientas renovadas.
Siempre
tu voz compañera.
Mariana Garcia Guschmer