Un espejo cansado 2022.06.11

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Un espejo cansado

Grutas de piel corrugada
como el vestido vetusto del que cuelga
la nostalgia de la luz perpetua
del cuadro roto
amartillado en el reflejo del agua nocturna
que hay en la mirada
de unas manos ciegas
escurriendo hacia el mismo lado
que la nada.
Un mensaje secreto descubierto por el polvo
y huellas de juegos perdidos, congelados en el tiempo
apañan las esquinas que se dirigen
a las piernas como telarañas
de un espejo cansado
miradas que se pierden
en la oscuridad de las grutas
sin reflejos
sin sombras que digan
Eres tú. Soy yo…
Nadie
Nadie
Nadie
No hay nadie.

Jazzcinthya Irais Chaparro Medina


Un espejo cansado

Espejo cansado que ríe y llora
reflejo de plenitud embriagada
invocación a los espíritus
del tiempo
escondidos en las esquinas
del cielo gris.

Húmedos cipreses
difuminados por el viento
tarde corpuscular
se retuercen los cantos de un mar que no tiene fin.

Torturada, impaciente la mente de los espejos callados
en el fondo
humeante baúl sin alas
donde se esconden los ríos
las nubes o las gaviotas o los peces.

Camino que silba una canción con el viento trasnochado en la distancia de las crines de un caballo inasible.

Tropel desnudo
cuerpos mutilados por las sombras o por el sol o por un beso.

Jeil Parra


Un espejo cansado


De naranjo en naranjo y
de rama en rama,
de la semilla del amaranto
al café con bisagra detenida
a las puertas de tu frente amplia,
con el rastro de la pulpa del carmín
en su hemisferio de cabellos ardientes
haré un hueco en la despensa del espejo
con sabor a canela perturbada
y melodía de órganos portavoces
de maniobras invocantes.

Cuando tu pálpito verdea de paragüas
en lágrimas de río rumoroso,
cuando las acerolas escapan
a su brújula de ausencia
en la pepita de tu cuerpo,
rescato un sabor amargo
descubridor del escondite
de mariposas desoídas.

Ese día en que un pájaro carpintero o una flor
acuerdan con el árbol cristalino
su mundo de plumas o pétalos,
un universo de miradas furtivas
en el hueco del espejo
vuelve a gozar de sus colores,
juega, acumula resplandores
como diamante lechoso y olvidado
que espera turno en la creación de un eco
con órbita azucarada
o ingle ingrávida
con canto de peces minerales.

Mariví Ávila


Un espejo cansado

Carga los fotogramas del pasado
atesorados en el vientre.
Con rostros elegíacos
y cuerpos trashumantes, danza
esculpiendo verdades voluptuosas,
lujurias incandescentes.

Es un anciano cansado de partir.
Es un cofre inalterable de un tiempo anómalo, amontonado…
Una imagen infinita,
cuerpo a cuerpo
guardando secretos contundentes
a ojos vendados.

Escapa una pupila enaltecida,
y brilla a lo lejos, el faro nuevo de un fulgor desconocido,
de brios y flores que rompen a llorar
por las esquinas anegadas de fantasía coadyuvante.

Y una barca azul
surge en el oropel redentor,
donde hay un bosque irreverente naciendo.
Florecientes ramas que atraviesan tierras oscuras
y nubes pantanosas.

Los astros, con su huella diletante,
marcando el camino hacia otros espacios compactos permitiendo revivir
aquello que palpita detrás de las palabras.

Magia exuberante,
brecha del levante que en un acto de voluntad maldita,
pone en juego el alarido de la Historia,
redimiendo entre bambalinas,
todo aquello que perturba.

Carne viva poniendo negro sobre blanco
y figurando tenebrosamente
en la fobia inaugural del escepticismo,
de todo aquello que perdimos
en el silencio.

Mariana García Guschmer


Un espejo cansado

A mi madre

Instantes de niñez que aún recuerdo.
Días eternos reflejando
mi pequeño cuerpo en tus pupilas.
Hoy ese brillo se desluce
por el paso inevitable de los años.
Tus ojos aún preciosos
son un espejo cansado
donde feliz mi vida se refleja.
Te miro y solo veo
la perfección hecha mujer.
Y soy centro de tu centro,
espejo en el que anhelo
buscar la luz incandescente
de mis días.
Fuego sagrado del amor más puro.
Reflejos de felicidad veraniega
que sostienen mis días
en las estaciones venideras.
Cristal de sublime belleza
que descubre cada día
la felicidad
sin compases de espera.

Dolores Granados


Un espejo cansado

Un espejo cansado
Para un alma sin rumbo,
Ya no te busques aquí
Te parece poco tanto tiempo?

Tierra, agua y sol
Para nacer.
Pasos que se pierden de su mirada
Para otros mundos encontrar.

Al tiempo lo que es del tiempo.
Le tengo miedo a la costumbre,
De no aventurarme a la incertidumbre.
Y mi alma teme perder
su devoción.

Deja que yo te toque
Que me pierda en tus caireles
Que se disipen mis dudas
En tu blancura.

Tengo una lágrima sin derramar
Y la garganta a punto de quebrar.
La intercepta un soldado,
Le pregunto su nombre, díceme:
Soy el guardián de la palabra.

Se fragmenta la imagen en el suelo.
Y no es mi Anhelo perecedero,
Fundir mis besos Con mi propio cuerpo.
Lejos de mí, me encuentro mejor conmigo y un tú, que me refleje.

Arelis Juarez

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