Im-potencia
Potencia de hilo blanco, poesía,
ven a sostener con tus fúlgidas imágenes
las jarcias de este corazón.
Ven aquí, susúrrame al oído, grita, que te escuchen
sabemos que los hipócritas que hacen tañir el odio
no se inmutarán.
Ven a curarnos de la impotencia
de ver el cielo con estragos de ala,
impotencia de río que ni llorar puede.
Escandaliza a esa muchedumbre muerta,
ve con tus locuras de estornino, como un aljibe señálanos el agua,
alboroto de frutos latiendo.
¿Y los maestros? ¿Dónde estaba yo?
Estaba allí cuando encarcelaron a Hikmet,
estaba allí cuando asesinaron a Lorca,
estaba allí cuando dejaron morir a Miguel Hernández.
Por un instante soy Neruda invocando al camarada océano,
soy caballo verde cuando leo a Lorca,
soy las manos de Hikmet, laboriosas, que sostienen el mundo.
¡Seamos esos poetas, por un instante,
cantemos con sus voces, conjuremos la impotencia!!!
Ana Barletta
I’m Potencia
Hay una artesana en mí
que gravita en la fonda del poema
trenzando el corazón que hace
temblar un jeroglífico
en la jungla de las cosas.
Despliega su lengua de mar
por los cabos de las letras
y se relame encontrando palabras
como afiches luminosos
en noches extraterrestres.
Sus plantaciones hexagononales
pugnan por tener un paisaje
donde configurar el nacimiento
de una articulación luminosa.
Después del hambre y
del amor descubre su potencia
organizándose para que la joya
nazca de la bruma.
Sin querer filas uniformadas
en su imaginación construye torres de homenaje,
atalayas que divisen el pan en la sombra, las montañas,
los rios sobre los prados y el agua del sediento
para ser devuelto a su lugar.
Las redes del enemigo
son de armadura babosa
que progresa en las artes de
la esclavitud, lo salvaje, la tortura,
sus palabras sueños rotos
bajo un sol de locura.
En este castillo sin puertas de salida,
me asfixio.
Entonces traduje un sueño,
una emergencia divina caída de la sábana.
El veneno del miedo se me vino encima
transformando en telescopio el nombre de Victoria,
hizo del enemigo una siembra de poetas
que cotizan en la bolsa del magisterio
de los astros mineros donde se reparten
las simientes con nuevos himnos.
Los cómputos del día siguiente eran
como cuando Neptuno nos alcanza
la constelación de acuario a la linea del horizonte
sin ninguna metralla, ni hierro, ni sangre,
haciendo números con los planetas,
dibujos en el cielo, multiplicaciones,
cuentas divisorias sin fronteras.
Dibujé los cielos con esas naves
antes de partir
y las rosas de este mundo
multiplicaron el horizonte con esos versos.
Después recordaríamos con horror
un mundo asfixiante
que quedó fuera de la galaxia.
Mariví Ávila
Im-Potencia
Im-Potencia
Ardor que quema
recorre los muros de mi pecho
cortando abruptamente mi respiración.
Imposibilidad que golpea
castigo implacable
aguas turbulentas
arrastran mi navío hasta los arrecifes
en un va y ven desenfrenado
rompiendo mi barca
en pequeños fragmentos.
Impotencia
en cada paso
transcurre los días
en oscuridad infinita.
Cruzo a través de la bruma
extiendo mis brazos
intentando alcanzar furtivamente
lo que no puedo
abro mis ojos
busco alguna luz tenue
que me guíe en el recorrido
sigo tropezando
a ciegas
agonizante.
Jeil Parra
Im-Potencia
Me levanté temprano
al llamado del bricolaje
pues había comprado
dos láminas especulares
que impedían las miradas
vecinales indiscretas.
Dos por ventana
que, a juicio del tendero,
podría colocar un niño
como si fuesen los cromos
de la liga de futbol.
Procedí confiada y así,
con la escasa pericia objetiva
a la que nunca le di bola
pegué la primera lámina
en la mitad izquierda
de la ventana en el sentido
contrario al que debía.
Al ver mi cara en el reflejo
me di cuenta del error
e intenté en vano despegarla.
Ahora, habiendo convertido
el cincuenta por ciento
de mi ventana en un espejo,
en lugar de invisible para él,
era yo quien no veía el mundo.
Tomé mi pintalabios de la bolsa
y describí con rabia mi estado:
Allí escribí la palabra im-potencia
así separada para darle más fuerza
sobre el cristal sin darme cuenta
que el prefijo im quedó escrito
sobre el flamante espejo
y la palabra potencia
sobre la mitad aún traslúcida
de mi ventana y, entre lágrimas,
me giré y tomé distancia ofuscada.
Necesité apenas dos metros
para reaccionar.
Por alguna extraña razón
había escrito Mi-potencia
en lugar de impotencia.
Eso sí, quedaba mi cara
dividida en dos.
Una mitad que reflejaba
mi media cara
y la otra mitad en cuyo fondo
el creador universal
con la ayuda de millones
de pequeños creadores
habían pintado de verdes
unos paisajes paradisíacos.
El mundo y yo.
La necesidad del otro
para dar vida a otros.
Esa mirada que siempre
está dentro de uno
y en contacto con el alma y la tierra.
Dolores Granados
Im-Potencia
Después de ese choque de placas,
del desembarco repentino de esa violencia,
absolutamente todo,
queda suspendido en el más inalterable vacío.
¿Cómo es posible urdir tan pocas palabras en ese vasto silencio?
¿Cómo reconstruir las almas encarceladas?
¿Qué se hace con el desaliento disimulado, atrincherado falsamente?
¿Quiénes eran todos esos alineados detrás de la mirada?
Fotograma por fotograma,
la reverberación del agua en sus fauces,
dibuja la bestia que se impone
oscura y trashumante
dormida, a fuerza de sostenerse.
Y deja salir por los cuatro agujeros
un río amarillento de herida mal curada,
corrupta,
que todo lo tiñe y lo pervierte.
Moral cristiana mal aprendida.
Perversa.
¡Pagan justos por pecadores! -dice.
Y otra vez, ella.
Ahí está persiguiendo a los desamparados de espíritu
con la espada, marcando sus cuellos.
Porque la llevan con un imperdible,
enganchada en la solapa
porque se creen así buenos
aunque malduerman,
porque les enseñó a soportar lo no dicho.
Les dijo que era mejor.
Y sin embargo,
al encontrar los cuerpos
nos santiguamos.
Y esperamos
que descansen
en paz.
Mariana Garcia Guschmer