¿Sabías que volvía?¿ Me esperabas?
Si amada, sabía que volverías,
temblores y espinas irrumpen,
recoldo de humana música.
Me recorre un temblor violeta
tan mío que no lo reconozco
tan mío como esos latidos de guitarra.
Verdearon los tallos,
el colibrí hacía sus acrobacias,
mostraba sus encantos al hibiscus amarillo.
Ella te miraba,
bella, con tus ojos de patria
y sus manos juncales.
Ahora lo sé, no te perdí,
tu cuerpo dolorido de anciana
¡aquí conmigo!
Volviste en esos versos amados,
como un turpial cantas
músicas aromadas de alas.
Volviste en la albahaca,
en los trigales,
hembra Vestal, pródiga lactante.
Tú eres mi patria,
tú que estás en el ciervo, en la caja de música,
grácil torcaz danzando.
Tú que volviste,
ahora sí que no te irás,
ahora eres palabra.
Ana Barletta
¿Sabías que volvía? ¿Me esperabas?
Tuve que cambiar de barca
hacia un océano desconocido,
la pasión imprevista del ejercicio
se volvío en mi contra.
¿Cuantas explicaciones tendré que darte
para explorar la extensión de este itsmo
de labores compartidas donde busco la luz
cuando tú hablas de las sombras?
¿Me preguntas o soy yo la que responde
a tu arco interior con flecha endiablada
cada vez que insinúo que otro destino es posible?
Ya sabes que yo traigo en mis pestañas
un continente atado en vías de conquista
para deshacer nuestros laberintos.
Tus surcos faciales de interjecciones salvajes,
acueductos polares derritiendose a causa de la lluvia
esperan su verso incandescente en este viaje.
Porque vengo de espacios extraterrestres
a causa de un nombre en mi antesala,
ahora voy y vengo como cisne negro,
cautiva de tus alas
a transitar un nuevo sendero.
¿Me esperabas?
Mariví Ávila.
¿Sabías que volvía? ¿Me esperabas?
¡Demasiado ruido!
¡Demasiada gente!
¡Cierra las ventanas
que no quiero verte!
Le dijo entre sueños
una tarde de abril.
Pero ella volvía
una tarde… un día y
otro día.
Él, buscaba tiempo
de encontrarse,
de amar más la luna
de querer su vida…
¿Sabías que volvía?…
¡Tendrías que saberlo!
¿Me esperabas?
No te veo enamorado.
Levántate ahora
que me espera gente.
Gente que desea
escapar conmigo…
Yo te esperaba
le dijo él entonces
pero por ahora
yo me quedo aquí.
Ayer te deseaba
pero hoy, ya no…
Y no quiero verte
y te miro toda
con la luz nocturna
con la luz del día.
Tus plumas al viento
meciendo tus pasos
¡Abre las ventanas
con la luz del alba!
Y márchate ahora…
Te espero preciosa
al siguiente abril.
Y cerró sus ojos
mientras una lágrima
bañaba de encanto
esas dos mejillas.
Llenando de miel
la sal de esa lágrima
la parca lo mira
mientras le susurra:
Me marcho buscando
otro alguien que su alma
se venga conmigo
esta tarde de abril…
Dolores Granados
¿Sabías que volvía? ¿Me esperabas?
Haz de haber escuchado
El cuento de La Cigarra
Siempre se vuelve
Aunque no precisamente
Al mismo sitio.
Extraña lejanía
Desconozco y conozco
Y en ese opuesto
Surge una verdad inminente
Pálida carencia
Perversión no absoluta
Un instante de luz
Y ahí un renacer.
Volveré y me verán
Pero no sé si los mismos ojos.
Arelis Juárez
¿Sabías que volvía? ¿Me esperabas?
La casa se mece en gelatina
De agua y fresa,
Densidad de las cazuelas.
Mi casa estará llena
De color y de desorden
Con el centro transparente.
Gracias,
Aunque el dolor es el legado,
El miedo en los riñones,
La incertidumbre de los tiempos
Y el trigo que no crece.
Porque en medio de este lago lagrimal,
Emergiste hecha de fría y árida piedra.
Gracias,
Porque cubriste de barro tus suelos
Y de madera tus lamentos.
Gracias,
Porque permaneces en el tiempo,
Tridimensional y concreta,
Porque una alberca
Brota de tus cimientos.
Porque me abrazas
A pesar de los desprecios
Y me peinas el ihiyotl
Con tus ramas de mesquite
Y las anchas ventanas que sonríen.
Porque me proteges de todo lo feo
Que se retuerce en las entrañas.
Gracias,
Por este pedazo de tierra
En el que fue plantado mi ombligo
Y en el que crecen las plantas,
Entre nopales y borregos.
Gracias
Por estar siempre conmigo
En medio del frío,
Posibilidad nunca vista
Y que apareces como oasis
En medio del desierto,
Con los pies enterrados en la estufa,
Arrullo de ronroneos.
Tonantzin Rodríguez
¿Sabías que volvía? ¿Me esperabas?
Desde esta mañana
me duele el mundo.
Amanecí torcida,
distante,
mirando al Este.
Vibraba el aire,
sonaban el viento,
caía una lluvia pesada
de tiempo muerto.
Desde esta mañana
me duele el mundo.
En mis lágrimas
el reflejo cínico
brota en el horizonte
y oigo -a lo lejos-
el silencio nauseabundo
que todo lo inunda.
El tiempo se derrite
en enormes cajones
atropellados por coches
huyendo de la Historia.
Hombres y mujeres
suspendidos en paréntesis
saltando al vacío
sin billete de regreso.
Me duele el mundo
y el mando a distancia.
Resecas tengo mis entretelas
con la voracidad moderna
y el morbo mediático.
Como topos contienen la respiración,
sin poder pensar
la muerte, la rendición.
Se transforman en otra cosa
entre sirena y sirena;
cuentan minutos,
esperando que acabe
la película de terror.
¡Otra oportunidad perdida
de la especie humana
cruenta, salvaje!
¿Y la palabra?
Estallada en todo su esplendor.
Bombardeada
en un juego de mesa,
-apostando una cena con vistas-
de los oligarcas poderosos
que no perderán el sueño,
ni el tren,
ni nada.
Y el pueblo,
tratando de salvar
los últimos retazos vitales,
se erige valiente,
en el humo negro de la muerte.
No te esperaba. No.
Pensé que ya no vendrías.
Por eso,
desde esta mañana,
me duele el mundo.
Mariana G. Guschmer
¿Sabías que volvía?¿Me esperabas?
¿Sabías que volvía?
¿Me esperabas?
ausente de mi
caminas otras calles,
contemplas otro cielo
otra estrella acaricia tu rostro.
Pájaro perdido entre la niebla
abismo desesperado
danzo mi canción
desorbitada constelación.
Consigo abrirme paso
hacia los confines
de mi destierro
camino descalza
pierdo el rumbo
toco fondo
y vuelvo.
Jeil Parra