El día de más rabia 2021.12.04

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Nublada

Escribo
para desatar la ira
del revolver
que me apunta;
para rebelarme
al dolor que me produce
este m-a-r-t-i-ll-a-r los huesos.

Imagino es
ca
le
ras
infinitas,
donde escalan las minúsculas partículas
del sufrimiento
para hacer
que la lágrima brote
del ojo izquierdo.

Un perfecto mecanismo suizo
acompaña todo esto.
Tic-tac-tic-tac
y la sien baila al rítmico son
de los fluidos.

Yo escribo para despistarme,
porque me duele de tanto pensar.
Me duele para DE.Tenerme, para FRE.Narme.
Me duelo
en algún lugar oscuro
y recóndito.

Hay un palpitar polisémico
que no descifro,
pero no quiero parar.
Imagino los intersticios
de esa carne.
Supongo hurones en una rueda imparable.
Huelo los rincones inhóspitos
donde todo aquello ocurre
y me llamo cobarde.

Veo en el espejo
una imagen desfigurada,
un rostro ajeno que,
-sin inmutarse-
ruge de dolor.

De pronto,
se detiene la balacera.

Me quedo con el verso,
para ponerle palabras
a lo que no sé nombrar.

Mariana G. Guschmer


El momento de más rabia

Finalizaba un ciclo de dos años y medio, el encargado de Servicios médicos avisaba a su séquito que debían abandonar el país, El País de la Primavera.

Pero uno de ellos se había enamorado y debía dejar un amor, se habían prometido no sufrir, habían aceptado que era un amor con un punto final. Lo sabían! Aunque muy en su interior, guardaban la esperanza que ese momento no llegase, pero el momento llegó.

Había otras historias de amor secretas ese día, en ese mismo momento muchos no querían decir adiós.

El aeropuerto estaba lleno de gente, había algarabía la gente corría, iba y venía, cantaban himnos, alababan el Socialismo y gritaban a una sola voz: Viva la revolución! Viva la revolución!

Nunca se volvieron a ver, se dijeron adiós, no volvieron a hablarse y el momento de más rabia llegó a su corazón femenino cuando la lástima se apoderó de los ojos de su gran amor.

Arelis Juárez


El momento de más rabia

Rabia me da no encontrar en ti una mano compañera.

Rabia de que desperdicies tu torrente,

te perderás las tormentas de deslumbrantes palomas.

Ve con tus lamentos,

espera la bala,

que hará diana

en tu corazón.

Ya será tarde, en tus últimos latidos,

ya será tarde, pero ahora, hoy, todavía

puedes defender los frutos para todos. 

Escribe, lee.

En la escritura anidan esos proyectiles

que certeros rompan prisiones

de mujeres ahogadas, esa infancia desesperada,

esos pobres hombres forjadores de cadenas.

Lee,

encuentra la calidez de una piel

en un hombre que te habla,

abre arroyos de frases.

Muchos no entenderán,

seguirán descubriendo su pecho,

esperando el estruendo

que los matará.

Tú, en viaje sideral, dormirás con Cleopatra,

pasearás con Sócrates y de la mano de Leonardo

volarás como un águila.

Ana Barletta


El momento de más rabia

El momento de más rabia
plagado de bichos, 
que gobiernan
mientras el pueblo come sobacos
si, sobacos fritos,
convertidos en bestias
ya sin almas
rogando vana un dios que no existe.

Gusanos hambrientos
Que reptan en busca de  diamantes rotos
destruyen la tierra
los suelos marinos
el maíz y la caña.

Opulentos trasvestis de la vida diurna
repulsivos
víboras que cantan   
en las calles cantos de sirena
y que solo oyen 
los tontos, los débiles
los que han sido adiestrados
como perros
con su mediocre educación 
y se postran por un pedazo de pan.

Ellos, los grandes
son demonios, con acceso
a aquellos fáciles,
los convencen con su posta
muerden como perros
infectando con su rabia
enfermándolos 
destruyendo su sueños
robando su libertad.


No hay remedio
sumidos en el horror estamos
nadando en ríos de pus
penetrados por un virus
que abre y acelera el paso
para crear nuevos mundo
donde la sensibilidad reina.


Le gente, se quiebra con palabras
ajenos a la realidad
sombría imitación marionetas
en un mundo decadente
que en llamas
flota en los ríos bañados de lagrimas
que han dejado caer aquellos que 
sucumben en la nada.

Jeil Parra


El momento de más rabia

Mi amor, ¿dónde está mi amor?
¿hacia dónde me lleva este camino?
Tantos otros recorrí
sin encontrar el alto de la montaña,
sin lograr hallarme en la casa soñada.
Y cuando al fin llegue…
¿Estarás allí?
Mira que si no te encuentro
darás a mi vida el momento de más rabia.
Y lloraré en medio del camino
porque tu corazón es mi casa.
Y no tendré dónde descansar
cuando termine mis años
por culpa tuya estaré sola
y no cantaré…
Nunca nadie más escuchará
mis cantos.
Seré sombra sin voz
día sin luz.
Si no encuentro el abrigo de tu casa
habré caminado equivocada
y en silencio dormiré el sueño eterno
buscándote en el mismo paraíso,
tan buscado aquí en la tierra.
Y sin lograr encontrarte
Te habré perdido.

Dolores Granados

  

 

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