Selección de poetas consagrados 2021.11.13

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Antonin Artaud – Del libro «Para terminar con el juicio de dios y otros poemas»

Se puede aprender más de este maravilloso poeta en : https://poesiamaspoesia.com/antoine-artaud/

La búsqueda de la fecalidad

Allí donde huele a mierda
huele a ser.
El hombre hubiera podido muy bien no cagar, no abrir el bolsillo anal,
pero eligió cagar
como hubiera elegido vivir
en vez de aceptar vivir muerto.

Para no hacer caca,
tendría que haber consentido
no ser,
sin embargo, no se decidió a perder

el ser,

es decir, a morir viviendo.

Hay en la existencia
algo particularmente tentador

para el hombre

y ese algo es

LA CACA

(aquí, rugido)

Para existir basta con dejarse ser, pero para vivir
hay que ser alguien,
hay que tener un HUESO,

hay que atreverse a mostrar el hueso y a olvidar el alimento.

El hombre prefirió más la carne

que la tierra de los huesos.
Como no había más que tierra y bosque

de huesos

tuvo que ganarse su alimento,
no había mierda
sólo hierro y fuego,
y el hombre tuvo miedo de perder la mierda o más bien deseó la mierda

y para eso, sacrificó la sangre. Para tener mierda,
es decir carne,
donde sólo había sangre

y chatarra de osamentas, donde no tenía nada que ganar y sí algo que perder: la vida.

o reche modo

to edire
de za
tau dari
do padera coco

Entonces, el hombre se replegó y huyó. Lo devoraron los gusanos.

No fue una violación,
Se prestó a la obscena comida. Le encontró sabor,
aprendió por sí mismo
a hacerse el tonto
y a comer carroña delicadamente.

Pero ¿de dónde procede esa despreciable abyección?

De que el mundo no está ordenado todavía,
o de que el hombre sólo tiene una pequeña idea

del mundo

y quiere conservarla eternamente.

Proviene de que, un buen día, el hombre
detuvo

la idea del mundo.

Se le ofrecían dos caminos: el infinito exterior,
el ínfimo interior.
Y eligió el ínfimo interior, donde sólo hay que estrujar el bazo

la lengua
el ano
o el glande.

Y dios, dios mismo aceleró el

y cuya representación más perfecta
es la marcha de un grupo incalculable de

movimiento.

Dios ¿es un ser?
Si lo es, es la mierda.
Si no lo es
no existe.
O bien sólo existe
como el vacío que avanza con todas

sus formas

ladillas.

“¿Está usted loco, señor Artaud, y la misa?”

Reniego del bautismo y de la misa. No hay acto humano
que, en el plano erótico interno, sea más pernicioso que el descenso del supuesto Jesucristo

a los altares.
No me creerán
y desde aquí veo cómo el público se encoge de hombros pero el llamado Cristo es quien
frente a la ladilla–dios
aceptó vivir sin cuerpo
mientras un ejército de hombres,
descendiendo de la cruz
a la que dios creía haberlos clavado desde hacía mucho, se rebeló
y ahora esos hombres
armados con hierro,
sangre,
fuego y osamentas
avanzan, denostando al Invisible
para terminar de una vez con el JUICIO DE DIOS.

El problema que se plantea es que…

Es grave advertir
que después del orden de este mundo
hay otro orden.

¿Cuál es?
No lo sabemos.

El número y el orden de las suposiciones posibles en ese ámbito
es justamente
¡el infinito!

¿Y qué es el infinito?
No lo sabemos con precisión.

Es una palabra
de la que nos servimos para indicar
la apertura
de nuestra conciencia
a la posibilidad desmesurada
inagotable y desmesurada.

¿Y qué es la conciencia?

No lo sabemos con certeza. Es la nada.

Una nada
de la que nos servimos
para indicar
cuando no sabemos algo,
con respecto a qué
no lo sabemos
y entonces
decimos
conciencia
en cuanto a la conciencia
pero hay muchos otros aspectos.

¿Y entonces?

Parecería que la conciencia está ligada en
nosotros
al deseo sexual

y al hambre;

pero podría muy bien
no estar ligada a ellos.

Se dice,
se puede decir, hay quienes dicen que la conciencia es un apetito,
el apetito de vivir;

inmediatamente
al lado del apetito de vivir

aparece en el espíritu el apetito del alimento

como si no hubiera personas que comen sin ninguna clase de apetito
y que tienen hambre.

Porque también existen
quienes tienen hambre sin apetito;

¿Y entonces? Entonces

un día
el espacio de la posibilidad
se me presentó
como si me hubiera tirado
un gran pedo;
pero no sabía con exactitud qué eran ni el espacio,
ni la posibilidad,

y no experimentaba la necesidad de pensarlo;

eran palabras
inventadas para definir cosas que existían
o no existían
frente a
la urgencia apremiante
de una necesidad:
suprimir la idea,
la idea y su mito
y hacer reinar en su lugar
la manifestación tonante

de esa explosiva necesidad:
dilatar el cuerpo de mi noche interna,

de la nada interna de mi yo
que es noche nada,

irreflexión,

y que, sin embargo, es una afirmación explosiva: hay que dejarle lugar
a algo,

a mi cuerpo.

Pero,
¿reducir mi cuerpo
a ese gas hediondo?
¿Decir que tengo un cuerpo porque/tengo un gas hediondo que se forma dentro mío?

No lo sé
sin embargo sé que

el espacio,

el tiempo,
la dimensión, el devenir,
el futuro,
el porvenir, el ser,
el no ser,
el yo,
el no yo,

no son nada para mí;

en cambio hay una cosa que significa algo,
una sola cosa
que debe significar algo, y que siento

porque quiere SALIR:
la presencia de mi dolor de cuerpo,

la presencia amenazadora infatigable
de mi cuerpo;

aunque me acucien con preguntas, y yo niegue todas las preguntas, hay un punto
en el que me veo forzado

a decir no,

NO

a la negación;
y llego a ese punto cuando me acosan,

me abruman,
me cuestionan hasta que se aleja de mí
el alimento
mi alimento
y su leche,

y ¿cuál es el resultado? Que me ahogo;

no sé si es una acción
pero al acosarme así con preguntas hasta la ausencia
y la nada
de la pregunta,
me atormentaron
y sofocaron
en mí
ía idea de cuerpo
y de ser un cuerpo,

entonces sentí lo obsceno

y me tiré un pedo arbitrario
de vicio
y en rebeldía

por mi asfixia.

Porque hostigaban hasta mi cuerpo hasta el cuerpo

y en ese momento hice estallar todo porque a mi cuerpo nadie lo manosea.

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