El perfecto pescador de caña
Me vienen a la mente
tréboles dorados
de cuatro hojas,
ensortijados.
Un puñado de colores,
ráfagas de mar
y dentro de la barca,
en el fondo,
-con ese resto de agua salada,
con ese rastro de sueños
regados y rebeldes,
con ese ardor de sol-
las mil escamas de ese tesoro,
ese que pudo saltar
y no lo hizo,
aquel que pudo gozar
y no lo consiguió.
Sin embargo,
embrión alado de esperanzas,
con poesía y tesón,
con furor de viento del norte
supiste inspirar esos sueños del poeta.
Con el rastro en la arena,
con esas escamas brillantes
de todo por hacer.
Collar de corales
y besos infinitos;
grandes labios
de amor inocente;
mirada infantil
que ilumina
todos los pasos.
Los sueños no se pescan,
se persiguen.
¡Pescador, sigue corriendo con tu caña!
Allí en la utopia, está el sol.
Mariana García G.
El perfecto pescador de caña
Toma mi mano
Mis brazos
El alma
que dentro llevo.
No es la caña
ni las formas del pescador.
No es el río
ni la fuerza de sus aguas.
Agua bendita
Pura y vacía
Agua vida
Agua perdida
Vino él…
Oh! buen pescador!
Libera tu caña!
Que vibre la gran hazaña!
Toma lo que quieras.
Tuya es agua
tuyo el río, lagos y mares.
Toma,
tómame!
Libérame del ahogo ciego
Libérame del hastío eterno.
Oh gran pescador!
No demores
Toma la vida, toma la mia!
Perfecto pescador de caña,
Que si tu no pescas la vida
El pez no entenderá que vivo está.
Abigail Segales
El perfecto pescador de caña
El perfecto pescador de caña
Es el mejor maestro de la vida
El pescador es como el poeta
El trabajo es hacer de la vida una verdadera pesca.
El pescador y el poeta no esperan nada
Pero ambos absorben todo y usan todo
Abrigan la vida, la pena y la mirada al horizonte.
Ninguno de los dos
Poeta y pescador
Proyectan su sombra en escritura o río
De hacerlo, el día estaría perdido.
En esta hoja en blanco
Yo solo uso mi mano
Cual mano de pescador de caña
Ojalá un alma se prenda de esta caña
Y Seamos dos, tres o más
Un buen pescador si no pesca nada, hace un amigo.
Si estas palabras nos hacen amigos, la faena…
Fue muy buena.
Arelis Juarez
El pescador sin caña
Alabado sea el río
a cuya casa se debe
entrar en puntas de pie,
captor de miradas
arrobadas,
de puertas transparentes
o perfumada tierra.
Sereno,
espera agazapado al
perfecto pescador
para ofrecerle
sus fauces espiraladas;
extranjero al amor del poeta
y al canto de las aves
anunciando sus
fugaces cardúmenes.
Su silencio
arde en el anonimato,
el castigo
toma
forma de venganza.
Por la orilla
viene la niña
con su cabellera
de junco,
anchurosa,
perfecta,
valiente del útero
al río.
El sonido a agüita domesticada
la invita a mojar sus pies
de pétalos
que pronto flotarán,
a sumergir
su cuerpo de escamas
con inocencia omnipotente.
Regresará muy pronto,
arrastrada,
a dormir un sueño dulce;
trémula,
convertida en lo que
debía ser
arcilla irreconocible,
diamantino río
vuelto carbón
cada tanto.
Bibiana Alonso
El PERFECTO PESCADOR DE CAÑA
Política y odio, esperpento que
guiado por fantoches, les quitó todo, ni miedo les queda.
Un pescador, su caña, una carabina.
¡Mira cómo ha caído! ¡Levántate animal!
Fue perfecto, certero, dio justo en el centro
de las manos desarmadas,
de los sueños polvorientos,
de las bocas que gritan silencios.
El mar atrapó un dolor,
el pescador habló con su fuego de sangre,
un cuerpo menudo de niño asustado cayó,
y solo se oyó el murmullo del viento.
Ana Barletta